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La dificultad de la razón crítica

Por Rubén J. Olivares

No suele ser común enfrentarse a un ensayo que logre atraparte como una novela, cuyas ideas y argumentos fluyan con libertad y te envuelvan, aferrándote en su lectura y logrando que, página tras página, desees seguir avanzado en su argumento. Felizmente Stirner nunca fue un pensador al uso y eso se nota por su capacidad de argumentación y exposición de ideas, redactadas con un lenguaje sencillo y directo, pero no por ello menos profundo y reflexivo, que logran trasmitir con éxito sus ideas. Al acabar el libro no pude más que asentir a cada una de sus exposiciones y comprender el porqué de las reacciones en contra que su obra despertó en el momento de su publicación: es un pensamiento demasiado avanzado incluso para hoy, pues nos obliga a cuestionarnos todo lo que hemos normalizado y a desarrollar un pensamiento crítico autónomo, quizás demasiado peligroso para un Estado deseoso de mantener un control continuo aunque sutil sobre sus ciudadanos.

Stirner nos desgrana en dos grandes bloques temáticos su visión sobre la necesaria búsqueda del máximo desarrollo personal del individuo para el cual no deben existir barreras que entorpezcan su meta. Y ello incluye cualquier tipo de abstracción que pueda poner cortapisas en esta misión. Toda aquella idea que resulte ajena al único ha de ser desterrada, empezando por la religión y el Estado, a los que considera los principales opresores del único. Aunque estas no son las únicas ideas que deben ser eliminadas, pues a lo largo del segundo bloque Stirner continua argumentado la necesidad de erradicar cualquier obstáculo que suponga una rémora en el desarrollo de la personalidad. La voluntad individual debe triunfar por encima del resto de ideas y de cualquier otra causa general. Pero no nos dejemos confundir por estas ideas. Stirner no está promoviendo un ultraliberalismo, ideología a la que desprecia y considera otro obstáculo para el desarrollo del individuo dado que lo ata a una idea de desarrollo económico. Tampoco debemos pensar que su pensamiento deriva en un solipsismo antropológico que aboga por destruir la sociedad y retornar a una especie de primitivismo roussioniano. Al contrario, Stirner promueve la necesaria unión de los egoístas, de aquellos que buscan su desarrollo personal por encima de cualquier idea, promoviendo la afectividad y la unión fraternal, fomentando la creación de una identidad individual que rehúya el aislamiento y promueva la unión de una sociedad de egoístas. Si se quiere alcanzar este ideal, la vía que Stirner propone es iniciar un proceso de crítica permanente a toda la moral heredada e interiorizada que permita que los individuos se abran a una nueva sensualidad. Esta nueva conciencia del único con su personalidad ha de derivar en el fin de la alienación, derrocando al Estado y entronando al individuo, creando una nueva sociedad cohesionada por la libre unión y el humanismo, por el placer individual y no por la idea hobbesiana del Estado opresor que mantiene la cohesión de los individuos y la estabilidad social bajo la amenaza de su poder de opresión.

El único y su propiedad es una bofetada intelectual contra todo lo instituido y normalizado que se adelantó a su tiempo y que hoy en día aún generará controversias entre algunos lectores. Esta obra es un revulsivo que viene a sacudir las ideas que seducen al individuo y le impiden un verdadero desarrollo pleno personal y de su conciencia, lo que explica que, desde su publicación hasta hoy, haya sido censurada e incluido en listas de libros prohibidos por diferentes regímenes obsesionados con el control del individuo. El desarrollo del pensamiento crítico individual siempre ha sido temido por aquellos que dicen buscar lo mejor para nosotros.

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