Letrasenvena, en el Elche Live Music Festival
Por Sandro Maciá
Los neurocientíficos de la universidad de Wisconsin andan despistados. Muy despistados. Pues, ¿no resulta que ahora van y dicen, tras realizar un riguroso estudio, que la felicidad, además de poder medirse, permite su cuantificación hasta el punto de llegar a permitir determinar que el hombre más feliz del mundo es un monje budista que vive en el Tíbet y responde al nombre de Matthieu Ricard? Ay… pobrecitos… ¡Cómo se nota que no acudieron el pasado fin de semana a la Rotonda del Parque Municipal de Elche!
Y es que, de haberse dejado caer por allí, habrían descubierto que si realmente alguien es merecedor o merecedora del feliz “título”, éste, lejos recaer en el famoso señor tibetano –que debe ser muy majo, no lo pongo en duda-, podría haberlo hecho sobre cualquiera de las más de 2000 personas que congregaron en el citado recinto, desde las 19.00 horas del sábado y hasta pasada la media noche, para disfrutar de las actuaciones de Dorian, La Habitación Roja, Varry Brava y Love Me Back en el primer Elche Live Music Festival.
¡Lo de los allí presentes sí fue felicidad! Y no es de extrañar, precisamente, pues de principio a fin, con un horario de milimetrado cumplimiento y la sucesión de unas más que bien recibidas pausas para el refrigerio, la obligada visita al baño o el necesario abastecimiento en el carnívoro food truck instalado para la ocasión, no hubo banda que dejara impasible al más soso de los asistentes.
Así, a media tarde, los tímpanos de los más “madrugadores” ya empezaban a vibrar al ritmo de Love Me Back, grupo nacido en la ciudad, cuyas canciones, previamente paseadas por el San San Festival de Gandía sólo unos días antes, sirvieron para dar fe de una notable evolución en su directo y en su empatía con el público –no lo olvidemos: ni las tardes son siempre buenas, ni “jugar en casa” deja de ser nunca un arma de doble filo-, valores que contribuyeron a abrir el apetito y a precalentar un escenario que, luego, sufrió –gustosamente, seguro- los saltos Varry Brava.
Vitoreados sin descanso, por su parte, los tres jóvenes oriolanos consiguieron plantarle cara al decaído sol y supieron contrarrestar el inminente atardecer con un brillo propio –y no, no me refiero a la chaqueta de su teclista-, con su explosión de pop bailable y un acertado setlist, donde no faltaron hits de “Arriva” –Oh, oui oui o Fantasmas- ni de Demasié, como Radioactivo o el que fue el colofón final a su paso por allí: la esperada No gires.
Pasadas las nueve, bajo las estrellas y con la esperanza puesta en que su llegada al Elche Live Music Festival trajera consigo el ansiado momento de escuchar sus recién nacidas canciones fuera del estudio, el turno fue para La Habitación Roja. En este caso, la formación valenciana, fiel a su palabra y con su habitual elegancia y su enérgico énfasis, presentó las diferentes composiciones que dan forma a su último (y ya coreado por todos los allí reunidos) trabajo: Sagrado Corazón; ofreciendo un repertorio nutrido de sus nuevos himnos –Nuestro momento, 24 de marzo, L’Abufera, Al querer…- y salpicado de sus nunca olvidadas La moneda en el aire, Ayer, Febrero, Indestructibles o Voy a hacerte recordar –brutal broche, dicho sea-.
Tras ellos, y con el auge propiciado por Martí, Roca y los suyos a modo de relevo, hizo su entrada triunfal el grupo que, para muchos, era cita ineludible en la noche: Dorian. Ellos, apuesta segura y salto prometido sobre el terreno que se precie, desplegaron su electrónico pop en esta escala que ahora hacen en nuestro país para, entre tanta ida y venida a lo largo de América, poder hacernos partícipes de sus Diez años y un día y de la conmemoración de un aniversario que, aun augurándose más impactante de lo que fue, consiguió que cayéramos rendidos a los pies de Marc y su banda con interpretaciones como las de A cualquier otra parte, La tormenta de arena, Corta el aire, Verte amanecer o Arrecife, entre muchas otras.
Un nuevo festi ha llegado, señores… ¡y sin apenas peros! De hecho, aun siendo su primera edición, el ELMF no escatimó en organización ni en puesta en escena, logrando que su presentación ante la sociedad ilicitana, como un acontecimiento que –en palabras de los propios artífices del mismo- aspira a repetirse anualmente, convenciese a jóvenes y mayores, a festivaleros de pro y primerizos en la “life-fest”, a curiosos y duchos…; en definitiva, a todos los que decidieron asistir a la que fue, durante las más de cuatro horas de música en directo que se vivieron en pleno corazón del envidiable palmeral de la ciudad, la mayor fiesta del pop y el indie que ha tenido lugar en el municipio desde el ya extinto Vinalopop.