Mísiticos de Cafetería, entre versiones e inéditos.
Por Sandro Macíá
Cambiar de idea es sano. Muy sano, diría yo. Porque cambiando de idea es como acabamos enfocando nuestra mente hacia nuevos horizontes, descubriendo que somos capaces de ir más allá y de que, lo que en un principio iba a ser de una manera, termina por ser, con sus pros y contras, de otra.
¿Principio y fin? Sí, en efecto, todo ha de tener un punto de partida y una conclusión, pero ¿qué hay de la posibilidad de ir complementando el bonito trayecto entre ambos extremos con altos en el camino? ¿Qué nos perderíamos si no levantáramos el pie del acelerador y pusiéramos rumbo fijo entre la salida y la línea de meta?
Ah, queridos… Nos perderíamos aquellas obras que nacen del placer de hacer y deshacer, del gusto por innovar y de no tener complejos a la hora de cambiar el punto de vista artístico. Nos perderíamos, siendo claros, trabajos como el que nos llega de manos de Místicos de Cafetería: Gu Gu Guyb (Autoeditado, 2015), el cuarto álbum en la carrera de este proyecto liderado por Luis Feel.
Y es que, este nuevo disco, sucesor directo del ya sorprendente “En el piso 19: Buscando el unicornio de Arnold Laine” (Autoeditado, 2013), es el resultado de un proceso creativo incontrolable, de una explosión de inspiración que acabó –por suerte para los que ya reclamábamos nuevas dosis “místicas”- dejando en anecdótica la intención inicial de venir al mundo como un cedé de versiones, llegando a cruzar el umbral de esta fantástica idea y convirtiéndose en algo más grande aún, en un nuevo planeta del universo de Místicos de Cafetería donde cohabitan revisiones de temas conocidos por todos y, también, inéditas composiciones.
Con todo esto, 16 son los cortes que, como reinterpretación o como creación propia, dan forma al citado Gu Gu Guyub, una experiencia de descubrimiento y redescubrimiento musical que comienza ya desde el título -¡ojo, fans de The Beatles!-, y que continúa de manera original a través de una sucesión de canciones encabezada por la particular Raro –revisión de Creep e íntima oda a la rareza que experimentamos cuando alguien nos es “tan especial…”- y conclusa con el Gran Dj Bollywood –conocido al que vuelven a poner en la palestra, esta vez sobre piano, para recordarnos que su paso por “Solo somos los payasos” (Autoeditado, 2012) no fue casual ni único-.
Junto a ellas, el estelar viaje por lo nuevo de Místicos de Cafetería se completa con las paradas que podemos ir haciendo, entre otros cortes, en Soy la morsa –primer single del álbum, una actualización del clásico de los de Liverpool antes nombrados, más cruda, con el castellano por bandera ondeando punzantemente en cada verso-, Desenfocado2 –psicodélica segunda parte de la homónima canción que descubrimos en su anterior trabajo-, Ellos cuidan mi jardín –lograda combinación de bases, coros, cuerdas y ritmo pegadizo (casi funky en su estribillo), digna embajadora de la parte social del disco, junto a Sueños Pixelados-, Life on Mars? -¿Bowie? Sí, Bowie, pero homenajeado al más puro estilo de nuestros Místicos, con sintéticos arreglos, estribillos coreados y una voz invitada: la de Banjami Felip-, Arpa y mandolina –pieza acústica que se sale de la norma electrónica pero atrapa, con su melodía y letra, entre cuerdas y percusión-, Venus sonríe –bailable e instrumental despliegue de sonidos, con imponentes toques vocales, que comparte protagonismo, en su estilo, con Lancome-, El último baile –despedida a coro, de corte más guitarrero y pausado- o Arriba2 –irónico y crítico retrato de la realidad, con narración desde una lejanía reverberada pero plenamente presente que nos recuerda verdades como “la revolución será televisada /como un documental / la audiencia es lo que cuenta / aunque se hunda el mundo”-.
¿Buen viaje? Sin duda, y eso que aún no está todo dicho de Gu Gu Guyb, pues la última palabra no puede escribirse sin que cada uno explore, a conciencia y por su cuenta, el “antiguo” nuevo mundo que nos presentan Místicos de Cafetería en esta ocasión. En este… ¡místico regreso!