Primer LP de Lipzia: Preludio al exilio
Por Sandro Maciá
Majestuosas aguas. Ciudades finitas sobre piedras circulares. Gigantescos seres venidos de los fondos marinos que soportan el peso de la civilización sobre su cabeza. Instinto, toxicidad que se desprende de los errores reconocidos. Adrenalina. Recuerdos de la infancia y viajes como polizonte entre cielos que nos empujan a no desembarcar. Nanas de aire salvador. Pérdida de control…
¿Nos encontramos ante un apocalíptico panorama? ¡Ni pensarlo! Estamos frente a un espectacular paisaje -que es bien distinto-, el que recrean los barceloneses Lipzia en su álbum debut, Preludio al exilio (Flor y Nata Records, 2016), donde cada uno de los conceptos antes citados, por complicado que pueda parecer -y sin desmerecer el apoyo visual que supone el precioso arte gráfico que acompaña al disco en su libreto y portada, compuesto por ilustraciones de BISUAL y fotografías de Carla Font-, encuentra su sitio en forma de canción, dando lugar a un tracklist que es la viva traducción sonora de esas invocadas imágenes, cabalgantes entre la derrota del recuerdo y la victoria de la superación.
Así ocurre, sin ir más lejos, con la realista y vocalmente impresionante Tóxica –“Aprenderé a olvidarte, y a escucharme sólo a mi”- , la poprockera A solas –pegadizo ritmo, e inolvidable estribillo- o la huidiza Polizonte –geniales guitarras, de principio a fin-; las tres, primeros singles de este Lp y buenas razones que corroboran, junto a los otros ocho cortes –no olvidemos el bestial comienzo de Instinto, la percusión de aire rocker de Adrenalina o la animada cadencia de Sabrás llegar, entre otras- el acierto cometido por todos aquellos mecenas que decidieron invertir en el crowdfunding que la banda propuso para hacer de Preludio al exilio una realidad tan palpable como lo es ahora.
Una realidad, ésta, que ha permitido a Gerard Cabot (voz), Toni Mena (guitarra), Esteve Martínez (bajo) y Oscar Pardo (batería) dejar claro que son grandes amantes del rock noventero y el grunge más americano, sí, pero que no sólo saben currarse mensajes con contenido o expresar sus intenciones con estribillos épicos, sino que el crecimiento y madurez alcanzada desde su formación, además, les ha llevado a encontrar un sonido propio –sin que por ello dejen de lado sus influencias, tan variopintas como Pearl Jam, Audioslave, Faith no More, Héroes del Silencio o Sôber-, y a saber que todo detalle importa.
Fruto de ello, su primer larga duración cuenta con una cuidada producción a cargo del propio cuarteto, quienes dieron forma a su disco en Red Factory Studio, siempre sabedores de que, como bien agradecen “Preludio al exilio es el fruto del trabajo y esfuerzo de varias personas, pero si es hoy una realidad , en primer lugar, es gracias a vosotros [los mecenas]”.
Rock en gran formato, rock de Lipzia.