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Nuevo mini Cd de Sidderales

Por Sandro Maciá

Siendo honestos, esta semana deberíamos comenzar nuestro encuentro entre párrafos y líneas con una enumeración al estilo de “dame una P”, dame una “O”, dame una “W”… y seguir así, cual cheerleader, hasta formar el término Power Pop. Siendo honestos, sí. Pero, ¿acaso no existe la lógica para saltárnosla a nuestro antojo y hacer de la honestidad lo que a nosotros nos plazca?

Sin duda. Por esto mismo, al carajo se va a ir toda la parafernalia de aludir al Power Pop con sus ya conocidas iniciales, pues no hay mejor manera de referirnos a dicho estilo musical que evitando tal  gymkana gramatical y aludiendo a quienes, ya sólo a golpe de nombre, son, con su flamante disco,  la muestra de lo que actualmente se cuece en este género: ¡Sidderales!

Nacidos en 2015 a partir de la gran idea que tuvo Berto Rodríguez (Telegrama) de atrincherar en su línea de ataque a fenómenos powerpoperos de alto  nivel -como es el caso de Pepe Mata (bajo y militante en Pepe Chapman y los Malaje o Los Rawones), César Ramírez (batería “importado” de  San Pedro 29seis70),  Joe Fulcanelli (guitarrista, perteneciente a la rockera A+B)-, este grupo de vibrante proyección -entiéndase en los dos sentidos, el figurado y referente a lo que como banda aún conquistarán a lo largo de su carrera; y el real y fiel, referido a la propia expansión y explosión  del sonido de sus temas, siempre vitales y enérgicos-, presenta estos días Siete (Flor y Nata Records), un debut de inequívocas intenciones con el que, además de hacernos revivir aquella sensación de despreocupado disfrute que recorría nuestros jóvenes cuerpos allá por los 80s, vuelven a poner de moda himnos pop de efecto directo, de alegre inmersión y de pegadizas melodías.

Indudable muestra de ello son todos los tramos del tracklist que compone el disco, una serie de siete canciones separadas por los segundos justos para no morir en el intento de seguir el frenético ritmo de estos cuatro apasionados de la electricidad en las cuerdas y de la velocidad en el manejo de las baquetas. Siete disparos al cerebro que surten más afecto que cualquiera de las drogas habidas y por haber, tal y como comprobamos en los primeros zarpazos sobre la guitarra en La chica del metro –hit de Telegrama, ahora rescatado desde la memoria mod para entonar al personal desde el primer segundo-, en la pegadiza Fotocopias –canto a la no siempre acertada búsqueda de un camino concreto y a la moda que nos arrastra, con versos como “Berlín no es todo lo que brilla”-, durante la feroz Nacido para vencer –ágil desde el principio, en lo musical y en lo que a letra se refiere-, en la castellanizada Será mejor que tú te largues –versión patria del tema de Redd Kross “Stay away from the downtown”-, en la sigilosamente melódica Planeta Prisión –sólo al comienzo, pues luego llega su estribillo coreado y de aire espontáneo-, en la sincera Trampolín –declaración a aquello (o aquella) que nos mantiene a flote en momentos de “miradas ausentes” y “palabras vacías sin fin”-; y en la final Sidderales, de estilo más rockero, apuntando hacia un horizonte pop pero con letra de ese “indie way” característico de potentes bajos y voces que enganchan a base de reiterarse en paisajes destruidos.

Por si fuera poco, también debemos tener en cuenta que Siete, publicado con diseño de Carlos Cáceres y grabado, mezclado y masterizado en la Factoría Dalton de San Fernando (Cádiz) en la primavera 2016 bajo la dirección del propio Josema Dalton (Hermanos Dalton), nace a partir de sesiones de riguroso directo y con pocas tomas, de ahí su encanto.

Sonido auténtico, so… give me the power! Give me the pop!

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