Arte vivo en Madrid
Por Sandro Maciá
No mentimos. Así como un artista no deja lugar a engaño en cuanto a los sentimientos impresos o esculpidos en su obra –pese a las posibles interpretaciones que cada cual, después, le de-, en Letras en Vena no podríamos tener el valor de comenzar plasmando, con semejante título, nuestro goce sensorial si éste no hubiera nacido, ciertamente, de la visita realizadas a la que durante el 22, 23, 24, 45 y 26 de este mes ha sido la ciudad del arte por excelencia: Madrid.
Ya bella de por sí, la capital de España se ha engalanado estos días con motivo de una de sus semanas grandes, siendo el punto de encuentro de todos los amantes, coleccionistas y curiosos seguidores del arte que se ha ido creando contemporáneamente a nuestra existencia, es decir, de esa expresión artística que cohabita con nosotros, bien sea a modo de emergentes proyectos o al estilo de referencias ya consolidadas en nuestro panorama cultural.
Así, con total independencia de que la novedad o el clasicismo –entiéndase este como fruto de lo tradicional que, en la medida de lo posible, una obra contemporánea pueda sernos familiar por su fama o por haber sido concebida hace más tiempo- lleve a uno a experimentar una mayor o menor sorpresa y emoción frente a las propuestas artísticas que inundaron las principales salas de exposiciones del castizo municipio en estas fechas, pocas excusas resultarían válidas para no pisar, al menos, tres lugares de obligado paso: ARCOmadrid, Art Madrid y Just Mad 8, buques insignia de lo que se cuece dentro y fuera de nuestras fronteras a nivel de instalaciones, pintura, escultura, videoarte y performances.
¿Posible? ¡Sin duda! Eso sí, con una buena organización. Con una buena ruta, como la que propone cada año ARCO al aprovechar el aire industrial de los pabellones de IFEMA dando cabida, con el minimalismo propio de su habitual separación de espacios, a todo un entramado de galerías, artistas, programas comisariados, actividades, foros y performances que, en su 36ª edición, acapararon la atención de los más de 100.000 visitantes registrados en esta fiesta del arte, cuyo país invitado resultó ser en este 2017 Argentina.
Con un total 200 galerías procedentes de 27 países, un Programa General compuesto por 164 de ámbito nacional e internacional y, a su vez, una serie de 19 seleccionadas para formar parte de las propuestas dedicadas a centrar la exposición en la obra de uno o dos artistas (áreas Solo/Dúo), ARCO sigue siendo la reina de las reinas, la niña bonita –cada vez más adolescente- de quienes buscan una inmersión intensa pero global en el sector artístico, un chapuzón entre una gran variedad de soportes, ideas y conceptos, como los presentados por la Galería Moisés Pérez de Albéniz (España) y su atractiva “Fa{c#” de Tony Oursler, la Mendes Wood DM Gallery de Sao Paulo (Brasil) y su reivindicativa camiseta sobre lienzo, la Galería Joan Prats (España) y la serie de dibujos “Mundo Hispánico” de Fernando Bryce, la Galería Helga de Alvear (España) y el acrílico “Its analysis shows that it is” de Thomas Locher, El Apartamento (Cuba) y las directas obras de Reynier Leyva y Yornel Martínez y, ya en lo referido a la concreción personal del artista, con obras del siempre colorista Peter Halley o del dulce, sorprendente y delicado José Luís Landeta y sus aves pintadas sobre cajas de cartón de medicamentos.
Una buena ruta, decíamos, que en nuestro caso continuó con la visita a la Emerging Art Fair “Just Mad 8”, donde el protagonismo recae en su totalidad sobre las creaciones de artistas emergentes, sobre las obras de los futuros nombres que coparán las páginas de los “mag” culturales de los próximos años y que, entre los bonitos ventanales de la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), permitieron al visitante (re)descubrir las fórmulas planteadas por Aurora Virgil –que nos presenta a Jorge Hernández con “Tiempo de silencio”-, Gema Llamazares –que hizo lo propio con Jesús Zurita y sus pinturas-, Food of War Collective –portadores de la “Chernobyl food destruction” de Omar Castañeda y Quintina Valero-, la Gallery Parenthesis –donde pudimos ver “Espacio Adquirido 9” de Gustavo Blanco Uribe- o, también, My Name’s Lolita Art, de la que pudimos conocer su “Sonido Creciente”.
Un gran paseo, al fin y al cabo, que terminamos en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, cuyo abovedado techo de cristal albergó “Art Madrid”, cita tampoco prescindible del arte contemporáneo que en su duodécima edición reunió a la atrevida galería Tres Punts -con artistas como José Moñú-, la emblemática Aurora Vigil-Escalera –con el conocido Pablo Genovés y su combinación de técnicas fotográfico-digitales y elementos pictóricos-, la gran Benlliure –con los collages de Carmen Calvo-, la impactante Estampa –con la geometría colorista de Norberto Gil-, la internacional Hispánica Contemporánea –que nos trajo a Bochner y sus monotipos- y la impresionante Marc Calzada –con selectas obras de Miró y Tàpies-.
¿Senda infinita? ¡Ojalá! Porque pocos horizontes se pueden patear tanto como los que nos propone la viveza del arte… ¡Arriba la expresión!