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Una historia sobre el encuentro de dos almas solitarias.

Por Vanessa Díez

Según la RAE. Amor. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.  2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.  3. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. 4. Tendencia a la unión sexual.

La cultura cinematográfica a la que estamos expuestos nos deja entrever el amor como algo romántico que nos hace sentir vivos al identificarnos. Sigue unas pautas como decía Barbara Streisand en «El amor tiene dos caras» y que suele terminar en boda. En aquella escena como profesora defendía que los arquetipos siguen vivos y que nos creemos las escenas románticas de los enamorados besándose bajo la música de Puccini pero que aún sabiéndolo nos dejamos engañar al hacernos sentir bien al querer eso en nuestra vida. Aunque el amor no es siempre aquello que se muestra en la pantalla, nunca te cuentan que viene tras «the end».

En «El cielo es azul, la tierra blanca» (Una historia de amor) no encontraréis un amor romántico y apasionado, no serán dos amantes que se dejan arrastrar por la tragedia de sus bajos instintos sucumbiendo a la desesperación. No habrá planes de boda. No habrá niños. No habrá un futuro juntos más allá del ahora. Será un encuentro casual, dos seres solitarios acostumbrados a su rutina, dos seres ya en la edad adulta que no van a renunciar a sus costumbres por el otro, que tan sólo lo irán dejando entrar por un resquicio que todavía queda, sin saberlo, para que el otro pueda acercarse. Será más bien un sentimiento hacia otra persona, porque necesita la unión con otro ser, será en un principio un acto egoísta para no sentir la dureza de la soledad, después les faltará la presencia del otro, más tarde, sin el otro algo les faltará. Una historia de esperanza ante una sociedad cada vez más abocada a la enfermedad de la soledad.

Hiromi Kawakami es una escritora sutil y delicada que nos habla del amor no romántico, que nos hace disfrutar con la belleza de su forma de contar. Es una historia entre una alumna y su profesor años después tras encontrarse en una taberna. Tsukiko no ha seguido el camino trazado para la mujer después de estudiar y trabajar, no ha conocido un hombre, vivido un idilio y formado una familia, casi a sus cuarenta años sigue sola. No ha sabido acercarse a otro ser humano, no se ha sentido cómoda con otro y ha dejado pasar el tiempo. Ni casada, ni madre, tan sólo mujer en la vida.

Nunca te cuentan ¿qué pasa si no sale bien una aventura romántica en la edad temprana? ¿qué pasa si no sigues los pasos como mujer y no te casas? La autora Hiromi Kawakami nos enfrenta a estas respuestas y nos las muestra sin tragedia, sino como una oportunidad para la vida y el aprendizaje. Dos almas se encuentran sin éxtasis pero con necesidad de pertenencia para curarse y poder avanzar, para formar parte el uno del otro, para recordarse cuando todo haya terminado y ser parte indiscutible de la vida de alguien y que no pueda olvidarnos.

Hiromi Kawakami nos muestra el otro lado, el camino no trazado, el final para una mujer que no ha seguido la senda como todos los demás, si no tan sólo el propio palpitar de su corazón. Esta novela es ganadora del prestigioso Premio Tanizaki y ha sido reeditada por Alfaguara.

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