UA101349465-1

Revisión de un clásico

Por Gemma Juan Giner.

La lectura forma parte de mi vida, siempre ha sido así; y aunque sabéis que siempre estoy leyendo
literatura romántica erótica, cada cierto tiempo me gusta volver a los clásicos. Ahora ha sido el
turno de “La Regenta” de Leopoldo Alas “Clarín”.
Una obra maestra en la cual el autor muestra el retrato de un carácter femenino que se debate entre
el deseo y su represión, y que sufre, en este caso, las asechanzas de un galán y de un cura.
Ambientada en una familia burguesa de la España de la Restauración, concretamente en Vetusta
(Oviedo) a finales del siglo XIX, Ana Ozores está casada, por intereses familiares, con un hombre
mayor, que está más pendiente de la caza que de satisfacer a su esposa, de ahí que su corazón se
encuentre en un mar de dudas y turbulencias al verse pretendida por Álvaro de Mesía, el donjuán de
la ciudad y el magistral, Fermín de Pas. Estas tres relaciones la llevan al misticismo, al desencanto,
a la soledad, a la tristeza insaciable, al florecimiento y finalmente a la resurrección.
En esta gran obra de la literatura, Clarín demuestra un conocimiento exacto y preciso de la ira, la
envidia, la lujuria, la piedad, la amistad, todo aquello que nos caracteriza, aquello que nos hace
humanos, la cara y la cruz de la vida. Una novela que, a lo largo de sus 700 páginas, es más erótica
de lo que mucha gente podría creer. Una historia donde abunda la sensualidad, la sed de deseo, el
apetito sexual y el adulterio en las distintas fases por las que pasa Ana Ozores. Sin ninguna duda, la
recreación de su vida llega a encoger el corazón del lector por ser una esclava de su propio destino,
en la que, dentro de una sociedad opresiva, vanidosa, amoral e hipócrita, los convencionalismos
sociales ahogan la vida gris de esta mujer condenada a la soledad.
Leí hace muchos años Madame Bovary y me gustó muchísimo. La Regenta se podría considerar
una versión española. Ana Ozores no es Emma Bovary, pero sí es un ser maltratado desde la más
tierna infancia. Una frágil muñeca que se ve en todo momento manejada y utilizada.
Anna Karenina, se queda entre mis clásicos pendientes. Considero necesaria la lectura de estas
novelas que forman parte de nuestra historia y que por desgracia, se van perdiendo. Hay que
inculcar la lectura de los clásicos en los colegios e institutos, ya que los datos indican que los
jóvenes cada vez leen menos y lo poco que leen es lo último que sacan los “youtubers” del
momento. Queda mucho por hacer y por leer, pero por favor, leamos los clásicos, leamos las obras
maestras que nos ha dejado la literatura española.

Share This