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“La Murakami femenina” Por Ana Olivares.

Os presentamos literatura japonesa, que evoca un arte ancestral recuperado y adaptado a nuestro siglo con extraordinaria sencillez y calidez humana.

La primera novela de Kaori Ekuni, Luz Brillante (1992) obtuvo el prestigioso Premio Murasaki Shikibu. Desde entonces Kaori se convirtió en una de las escritoras más famosas de Japón llevando su novela al cine y adaptándola a una serie en Corea del Sur. Inmediatamente se ganó a la crítica internacional y no ha dejado de cosechar premios. Con El perro y la armónica (2012), ganó el Premio Kawabata y por Salamanquesas, ranas y mariposas (2015), el Premio Tanizaki. Su última novela Eterno atardecer de verano (2017) es muy recomendable.

Kaori Ekuni nació en 1964 en Tokio. Tras graduarse en literatura japonesa en la Universidad Femenina de Mejiro, cursó un año más de estudios en la Universidad de Delaware de Estados Unidos donde consiguió -con sólo veinte años- publicar en la revista de poesía Eureka en 1987. Su poema La Historia de Kusanojo recibió el Premio de Literatura Infantil ese mismo año.

Luz Brillante es un relato breve pero intenso de la vida personal de Mutsuki y Shoko. Un matrimonio de apenas diez días que ya comienza a dar síntomas de crisis debido a diferentes presiones, sólo en apariencia. Ambos nos contarán su historia, su día a día por capítulos y de forma individualizada. Logrando una narración a dos voces que nos permitirán captar tanto la visión femenina y masculina de una misma realidad. Sin embargo apenas captaremos las contradicciones entre ellos, pues se trata de una unión previamente pactada entre dos jóvenes que necesitan integrarse en la sociedad sin renunciar a ser ellos mismos.

Mutsuki es médico y es gay. Sus padres conocen de sobra que su verdadero amor es Soko, un joven estudiante de arte; aunque decide casarse con Shoko, por no ver peligrar su carrera profesional y en general para no salirse de la norma. Por otra parte, ella desea contentar a sus padres y tratar de aparcar sus problemas emocionales y este matrimonio concertado encaja en su planteamiento de vida. Aunque no le ha contado toda la verdad a su familia, a ella le basta. Lo único que Mutsuki le ha pedido es que planche las sábanas antes de irse a la cama para calentarlas y ella repite esta tarea como un mantra. Poco a poco, ambas personalidades se revelan e iremos enlazando por medio de detalles la verdadera realidad que los une. Digo esto porque Mutsuki es un obseso de la limpieza y el orden mientras que Shoko suele írsele la mano con la bebida y acaba manteniendo conversaciones con el retrato de Cézanne que cuelga en el salón…

Y Mutsuki la quiere como es. Al igual que acabará haciendo Kon, un joven impulsivo y despierto que forma la tercera parte de este círculo amoroso cerrado, especial y atípico. Los gestos de cada uno de sus personajes, aunque puedan parecer erráticos, responden a la urgencia de hallar consuelo o respuesta a la difícil existencia con la que deben cargar; tan sólo por querer ser sinceros con ellos mismos. ¿Quién será la Luz Brillante que iluminará este triángulo cósmico?

Esta historia también encierra una crítica social acerca de la presión que ejerce la sociedad sobre los jóvenes en Japón. En concreto para que aseguren el linaje familiar. Ni siquiera Shoko se libra de prejuicios y tópicos que rodean este tema. Tanto sus amigos como su psiquiatra achacan su inestabilidad emocional al hecho de no haber sido madre. Como si fuera lo único que necesita una mujer para sentirse realizada como persona.

Una fabulosa novela, íntima, en la que los detalles de las escenas cotidianas encierran un simbolismo arraigado en el alma y transmite la enorme belleza personal que tiene Kaori para contar historias.

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