Los imprescindibles de 2016
Por Sandro Maciá
Cierto. Ni soy Nick Hornby ni, probablemente, tendré la misma gracia –u obsesión, vaya usted a saber cómo llamarlo-, por las listas… Pero, ¿qué más da eso? Al fin y al cabo, a todos nos gusta esto de recopilar, enumerar, pensar y recomendar aquello que, de una manera u otra, nos ha marcado.
Por esto mismo, aun habiendo sido el 2016 un año que no empezó con el mejor de los pies –de hecho, el primer mes de este comenzó con la terrible noticia de la muerte de David Bowie, a los 69 años, tras una valiente y dura lucha contra el cáncer que padecía -, no estaría yo en mis cabales si no me plantara aquí, en este frío enero, con el ya clásico Top 5 elaborado a partir de las reseñas que marcaron la actualidad musical de los pasados 365 días. Un Top que, puestos a romper las normas no escritas de las “music charts” más tradicionales, no sólo no supone una correspondencia directa en cuanto a calidad y orden de clasificación –¿el orden de los factores altera el producto? ¡ni de coña!- sino que, además, incluye dos “bonus tracks” bien suculentos.
¡Allá vamos!
1. Sagrado Corazón, de La Habitación Roja (Mushroom Pillow). Compuesto por diez temas y editado en Cd, Lp, Descarga Digital y Box de coleccionista de 5 vinilos, este disco “aun con los lógicos ajustes que conllevan los años de experiencia a nivel creativo y con la consiguiente solidez sonora que revisten sus composiciones” sigue manteniendo “el carácter del grupo que nos conquistó con Largometraje a principios de los 90 –grata sorpresa, que luego seguiría perpetuándose hasta llegar a La moneda en el aire (2014)”, ofreciendo temas como “L’Albufera –precioso canto a la añoranza y al recuerdo de las sensaciones y lugares que nos marcan, a ritmo enérgico pero tierno-, Nuestro momento –inconformista reflexión-, Al querer –redonda y amorosa declaración a la pareja que se fue-, 24 de marzo –donde la voz de Zahara contribuye, dulcemente, a emocionar sin límite a todo aquel que se preste a dejarse llevar por la melodía que envuelve una asumida y agridulce despedida- o You gotta be cool –divertido hit, sencillo pero optimista-.
2. Journeys, de Dear Audrey (La Cúpula Music). Gran sorpresa fue la que nos dieron estos chicos con “un conjunto de canciones que mantienen una estructura de voces que confluyen entre cuerdas folk y ritmos pop alegres y optimistas”. Sorpresa que les hizo dignos merecedores de ser conocidos como cultivadores del “happy Folk”, gracias a sus juegos vocales en cortes como “Journeys –con un comienzo coreado que da paso a los tranquilos versos que preceden a un pegadizo estribillo, donde se retoma la alegría inicial, tanto a nivel musical como en lo referido a su texto- hasta la final You are more –ejemplo perfecto de la conjunción vocal antes citada y, paradójicamente, fiel reflejo de la parte más dulce de estos chicos y, a su vez, de la más festiva-; todo ello, pasando por ese aire “sureño” de Oh my dear –con solos tan bonitos como la propia melodía-, por la arpegiada base de guitarra sobre la que se va desarrollando Secret spot, por el eléctrico folk de Santa Maria Bay –una delicia, ya sea por la manera de narrar la historia que se cuenta o por el ritmo que la envuelve-, por la suavidad versal y textual de My bones, por el piano que encauza a la armónica Room 9, y por ese atmosférico arranque de One&Only –de reminiscencia cercana a los paisajes sonoros del tímido James Blunt que vimos triunfar en los 90, pero de carcter muy “auderyano” desde el momento en el que las guitarras se apoderan-”.
3. This is how we fall, de Poomse (Espora Records). En su álbum, doce son los temas que nos permiten “inmiscuirnos en un mundo sonoro que se crea y recrea entre sigilosas notas de postrock, entre animadas guitarras y entre unas voces que no se alejan de la vertiente pop, al tiempo que tampoco se desenmascaran con claridad, permaneciendo en un plano intermedio entre lo nítido y lo atmosférico”. Estos, componen una tracklist en la que “cantan por igual a los sueños y a los enfados, a lo bueno y lo malo, siempre a partir de una estructura que juega con ritmos alegres –véase Out of tune- o de aparente melancolía –no se olviden de escuchar Heartless bastards of teh world-, y con la voz, a veces protagonista –como en Worker Bees-, y a veces co-protagonista, no perdiendo importancia pero sí dejando que la admiración recaiga sobre eléctricos momentos de cuerda –atención a la bella distorsión de Stoner-”.
4. Instinto, de The 59 Sound (Flor y Nata Records). En su salvaje debut de 11 canciones y cuya inspiración, retomando las míticas palabras de sus admirados 091, nace de la idea de que “faltan soñadores, no intérpretes de sueños”, los chicos de The 59 Sound nos hicieron partícipes de su “Rescátame –de tintes blues y carga eléctrica, combinado todo ello con la admirable voz de David Pérez, que navega entre distorsiones, desafiando a Ryan Adams-, de la poprockera y optimista Instinto –“Éramos tan libres, que no nos podían alcanzar”-, de El árbol de Shiva -elegida como single, y de gran despliegue sonoro, tanto a las cuerdas como en la percusión-, de la dulcemente “sucia” Tu atracción –comienzo garagero y tono noventero-, de las sureñas –por acompañamientos y ritmos- Nada bien, Camino y No me hagas más preguntas, de la ágil Puedes llamarme loco, y, en definitiva, de cualquiera del resto de las composiciones que integran este trabajo, como son Paraíso –quizá la pieza más pop-, o las últimas -que no menos importantes ni menos adictivas- Tu guión y Todas las huellas”.
5. Tones and shapes , de Cálido Home (BCore Disc). La vuelta del dúo catalán de indie folk formado por Anna Andreu y Eduard Pagès tuvo lugar con este trabajo, que es “fruto de la expresión musical y personal basada en perder todo temor a desnudar el alma y poner el cuerpo y la mente al servicio de la inspiración y de la ofrenda de un arte delicado y sutil, lo haremos de un modo diferente”. Un Cd de inspiración norteamericana y de aire cercano y puro que va desentrañando ritmos y degustando silencios, respirando sensaciones y sintiendo cómo, cuerda a cuerda y verso a verso, se puede llegar a traspasar la frontera del espacio. Así lo demuestran en “la sencillez de In a Vision or in None –primer corte del disco-, la vitalidad comedida que desprende la voz en el track homónimo que da título a Tones and shapes, la armonía que emana de The Flood y Dear Kido –ambas de elegante suavidad y auténtica cercanía, dando fe de lo que puede llegar a transmitir una melodía que es alma en sí misma-, o la actitud que comportan Drop in a peeble o Sweet Brittle –cada una a su manera-; citando, claro está, sólo algunas de las diez composiciones que integran este trabajo”.
Bonus tracks
¿Ganas de más? ¡Estupendo! Pues como apéndice de este Top 5, se añaden dos “extras” que no merecen pasar desapercibidos en un recuento que, de otra manera, quedaría cojo. Es el caso de:
-Preludio al exilio, de Lipzia (Flor y Nata Records), cuya tracklist “es la viva traducción sonora de esas invocadas imágenes, cabalgantes entre la derrota del recuerdo y la victoria de la superación”, tal y como puede apreciarse, entre otras, en “la realista y vocalmente impresionante Tóxica –“Aprenderé a olvidarte, y a escucharme sólo a mi”- , la poprockera A solas –pegadizo ritmo, e inolvidable estribillo- o la huidiza Polizonte –geniales guitarras, de principio a fin-”.
-El capitán (single), de Toulouse (Autoeditado), un hit adelanto de lo que podremos encontrar en su esperado Montemarte y que se erige como “digna sucesora de anteriores éxitos -como John&Yoko, Todo cambia, Punto de partida, Ceniza o Sir Isaac Newton- y que, haciendo honor a su nombre, comienza con unas percusiones marcadas, casi de aire bélico, que sirven de antesala a la aparición de unos versos no menos intensos que, como sigilosos pasos entre los matices de cada sonido, empiezan a agilizar su ritmo para, a mediados del tema, explotar en una transición de dinamismo y efervescencia elaborada con algo de electrónica y una buena dosis de cuerda, al más puro estilo “toulousiano”. Transición, por cierto, que acaba convirtiéndose en la base de la estructura de este despliegue de vibración y disfrute que, aún cuando parece haber terminado, repunta con una eufórica explosión sonora que marca su final”.