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El veneno es un arma de mujer

Por Ana Olivares.

Esta semana os presentamos un thriller inteligente. El Peón envenenado de Ricardo Alía nos propone como tablero de juego la ciudad de Londres.

En pleno 2003, un misterioso individuo que se hace llamar Cástor (nombre de origen mitológico) ha retado a jugar al Gran Maestro ajedrecista Arturo Muñoz –nuestro protagonista principal-a una partida de ajedrez donde las fichas representan ciudadanos aleatorios.

Asegura que por cada ficha atrapada eliminará a un civil. De hecho, Arturo aún no sabe nada del asunto, sólo recibe la llamada del comisario de Scotland Yard solicitando su ayuda inmediata. Entre la incertidumbre de no saber por qué lo llaman a él y la necesidad de evitarse problemas con autoridades internacionales abandona todas sus obligaciones y acude a la gran metrópoli. A través de una partida de ajedrez se decidirá el destino de muchos inocentes, por eso su misión no es dar “jaque al rey” si no alargar la partida lo suficiente como para que los policías e investigadores del caso puedan dar con este asesino en serie.
Sin embargo, esta trama se amplía y se interrumpe con saltos en el tiempo que nos sitúan en dos escenarios más. En el año 1970 en Monroca, un pueblo de Extremadura sucede la niñez de Arturo y cómo descubrió su gran talento para el ajedrez. Y la tercera trama nos sitúa en 1937, en plena Guerra Civil, donde un niño vasco llamado Ander Sukalde es enviado a Inglaterra por su familia para protegerlo de las represalias franquistas contra su padre, activista no afín al régimen. Parece que son escenas aleatorias que interrumpen la trama actual, pero si nos fijamos bien nos darán las claves necesarias para resolver la identidad de nuestro misterioso asesino en serie.

He de decir que la trama está muy bien lograda, sólo que en ocasiones se vuelve un poco lenta debido a las interrupciones de los saltos en el tiempo, aunque siempre contienen acción e hilos argumentales que funcionan cómo pausas medidas que permiten reflexionar al lector, ayudándole a sacar sus propias conclusiones e incitándolo a tratar de averiguar qué pasos se darán adelantándose a los propios investigadores y al propio protagonista sobre quién es el asesino. Eso es un juego paralelo entre escritor y lector, y es un recurso genial ya que se cuida mucho la imaginación de quién recibe el mensaje. Nos da pie a imaginar infinitas posibilidades, aunque también nos confunde lo necesario para no descubrir un desenlace de lo más interesante.

Se trata de un thriller en toda regla. Hila una trama meticulosamente medida a través de los distintos saltos en el tiempo hacía el pasado de protagonistas paralelos, que además de ofrecernos un retrato de cada uno de ellos. También nos adentra en la Guerra Civil española, en concreto en el bombardeo de Gernika y cómo fueron tratados los españoles que tuvieron que ser acogidos en Inglaterra para huir de las represalias del bando franquista con tramos espeluznantes que nos acercan a esa cruda verdad que ahora vemos tan lejana. Sin embargo no condicionan la narración si no que determina el pasado de nuestros personajes. Este viaje al pasado nos habla de heridas abiertas y de la desesperación vital o soledad que puede albergar una persona.
¿Os atrevéis a averiguar quién es el asesino?

¿Será capaz el Gran Maestro ajedrecista de resolver esta incógnita antes de que muera más gente inocente?

Os aseguro que se trata de una lectura muy estimulante.