”Un hombre, cualquier hombre, vale más que una bandera, cualquier bandera” Eduardo Chillida
Por Rubén J. Olivares
La década de los 80 está marcada en mi biografía como una etapa feliz, los años de mi infancia, ese eterno refugio al que acudimos buscando la felicidad, seguridad y tranquilidad que nuestros padres nos aportaban. Las obligaciones diarias se reducían a asistir al colegio, hacer los deberes y jugar con la pandilla de amigos que teníamos. El mundo de los adultos era algo ajeno a nosotros. Lo mismo le ocurre al pequeño protagonista de “La pequeña guerra”, Xabi, un niño vasco con el que resulta fácil sentirse identificado si como yo creciste y viviste tu infancia en la convulsa década española de los 80.
“La pequeña guerra” es la historia de Xabier Ugarte, un niño que, una fría mañana de 1983 coge un tren con destino a Hendaya junto a sus dos hermanos mayores y su madre. Allí les espera su padre, refugiado por temor a que la sombra de los GAL que sobrevuela sobre su entorno lo encuentre y acabe siendo asesinado. Es el inicio de un viaje lleno de incertidumbre, dudas e ilusión sobre la nueva vida que el destino les tiene preparado. Pero el pequeño de los Ugarte y sus hermanos aún no son conscientes del ambiente de guerra que se respira a su alrededor y que atenaza su existencia. Estamos en los tiempos de los GAL: los mercenarios acechan y el grupo antietarra está dispuesto a combatir a ETA con su propio terrorismo. Son los años del plomo, los atentados, los asesinatos, las detenciones y las deportaciones que sumen a España, y especialmente al País Vasco, en un clima de “pequeña guerra” en la que los roles de “buenos” y “malos” se desdibujan, impregnando el ambiente de un clima de tensión en la que los perdedores siempre son los mismos: la sociedad que asiste en un impase a la espera de que el conflicto acabe y las vidas de los ciudadanos puedan volver a su normalidad.
Lander Garro nos ofrece un retrato vivo de la década de los 80 en el País Vasco desde los ojos de un niño que tratará de comprender qué es lo que sucede con su familia, por qué deben abandonar el País Vasco, por qué los amigos de sus padres y su hermano mayor son asesinados y que es eso tan importante de la patria por la que algunos matan y mueren, mientras se enfrenta a los problemas propios de la juventud: la amistad, los primeros amores, los problemas en el colegio, la formación del carácter, la rebeldía, etc.
Lo mejor del libro es el estilo directo y llano con el que está escrito, la facilidad de su lectura y el deseo de profundizar en la historia desde las primeras páginas para tratar de descubrir cómo acabará todo, los diálogos entre los hermanos, los temas tratados sin posicionamientos enconados que justifiquen una u otra acción y la capacidad que tiene Lander para retratar una década y un conflicto que nunca debió suceder; es un acierto narrar un conflicto como el del País Vasco desde una perspectiva inocente y sin prejuicios como la de un niño, para quién los conflictos de los adultos a menudo tienen soluciones tan simples como la del diálogo y el respeto entre ambas partes. Este libro es un viaje a la infancia, la inocencia, los primeros amores, una oda a la amistad y la familia, al tiempo que un retrato de la sinrazón que la lucha armada, por justa que pueda parecer la causa, genera. Un retrato de toda una generación que tenemos la oportunidad de leer íntegramente en castellano tras su traducción.