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La muerte nos marca sin avisar
Por Rubén José Olivares Puertas

La muerte es un destino que todos esperamos que nos acoja lo más tarde posible. Somos seres hechos para la muerte, pero preferimos ignorarla, hasta que esta reclama su presencia golpeándonos a menudo cuando menos lo esperamos. Esto es lo que le sucede a la protagonista de La pertenencia, quien, con tan sólo trece años se verá impelida a madurar antes de tiempo y a afrontar la temprana muerte de su madre. Desde ese momento su vida se convierte en una eterna travesía marcada por la muerte. Partiendo desde la indefensión de la mirada de la adolescente que ha quedado tempranamente huérfana y terminando con el escepticismo de la mujer adulta, Gema Nieto relata los distintos tonos de una voz dolorida, que trata de entender lo que escapa a nuestro juicio al tiempo que trata de sobrevivir, en medio de la devastación familiar que la rodea, al proceso de madurez que supone convertirse en adulta y cambiar las obligaciones escolares por las laborales.

Los personajes de La pertenencia quedan marcados trágicamente por la muerte: la protagonista, una niña que pierde a su madre y queda bajo la tutela de su padre, quien desorientando, descompuesto por el mazazo de la pérdida de su compañera, iniciará su propia búsqueda abandonando a su hija, un tío, débil, que debe lidiar con la incapacidad de su entorno para aceptar su homosexualidad y que acaba refugiándose en el alcohol para evadirse de la muerte y de su condición y la anciana abuela, que en el último tramo de su vida que debería dedicar a su descanso, se ve obligada a ejercer de nuevo de madre. Personajes que no están preparados para lidiar con la temprana muerte de una madre, hermana, esposa e hija, que deja en todos ellos un profundo vacío difícil de ocupar, especialmente para la protagonista que crecerá a lo largo de la novela sin la brújula de una madre que la guíe en el proceso de hacerse adulta. Este crudo relato nos muestra como el dolor por la pérdida de aquellos a los que amamos puede convertirse en un mazazo que nos derriba y que, pese al paso de los años, no nos permite volver a ser como antes.

La pertenencia es una novela de formación que, pese a lo que podamos pensar al inicio de la lectura, resulta compleja por los matices que la pueblan. Partiendo de un suceso terriblemente trágico, acompañaremos a su protagonista en el proceso de aprendizaje y madurez que supone la vida, en su trayecto vital hasta descubrir la madurez, proceso que finalmente acaba desbordando a la protagonista. Gema Nieto hace gala de su capacidad para dotar a los personajes que acompañan a la protagonista de unas características particulares y únicas, bien definidas y matizadas que evolucionan durante el libro y que los convierten en personajes más humanos, vulnerables con los que acabamos empatizando y compartiendo su dolor. La variedad de personajes nos hace comprender que la muerte se proyecta en su futuro, pero que anida en su pasado, acompañando tanto a la protagonista como al resto de personajes, configurando el referente a través de los cuales la protagonista va configurando su carácter. Este apoyo acabará siendo transmutado por la lectura y los libros, que, a partir de la etapa de adulta de la protagonista, se convertirá en su referente moral, el apoyo al que acude para seguir lidiando con su vida.

La pertenencia es una novela intimista, realista y una muestra de la capacidad de Gema Nieto para desarrollar una historia que ahonda en la descripción y la narrativa, apoyándose en un relato que constituye un diario intimísimo. Una oportunidad de descubrir a esta gran narradora

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