Edith Wharton comprometida en la batalla
Por Vanessa Díez
Vivir según tus reglas. Lo que los demás te quieran imponer no debe suponer una amenaza para proseguir el camino, porque tú haces el camino. No importa la edad ni la condición, tu corazón determinará los pasos a seguir. Si deseas estar en un lugar sobre todas las cosas, si deseas ser libre sobre todas las cosas, volar con tus propias alas y tomar tu propia dirección.
En «El Marne» Edith Wharton nos trae la historia de un chico americano que desea con todas sus fuerzas luchar en la Primera Guerra Mundial defendiendo la tierra de sus vacaciones de verano, su querida Francia. Al ser menor de edad y de clase acomodada surgirán toda clase de impedimentos, pasando los años, aumentando así el tiempo de la contienda. Con otro trabajo que no es el de matar a otros hombres consigue al menos acercarse al terreno y estar allí. Fue escrita en 1918 esta novela corta de «urgencia», siendo todavía inédita en castellano, la autora nos deja ver su propio amor por esta tierra que convertirá en su patria adoptiva. Así la veremos comprometida con la causa de los aliados, la cual durante la contienda participó activamente al servicio de la Cruz Roja, así tenía datos de primera mano para que su personaje fuera conductor de ambulancias, fue merecedora de la Legión de Honor incluso una de las más altas distinciones que otorga el gobierno francés. La veremos fuera de las fiestas de la clase alta de la ciudad de Nueva York, más de carne y hueso, más real, sincera e irónica como siempre, seguirá estableciendo diferencias entre los que ponen el corazón en la causa y la vida, y los que tan sólo se dedican a seguir la obra de teatro que es la vida.
Después tenemos dos relatos muy interesantes que completan esta obra: uno que trata sobre el divorcio y una historia de fantasmas. En «El ajuste de cuentas» la autora pone en boca de su personaje femenino sus pensamientos sobre el matrimonio, ella estaba en contra completamente, defendiendo ya en aquella época el divorcio para que la mujer fuera libre. Según ella no era feminista aunque sus personajes atrevidos y su vida la contradicen, puedo entender que en la primera mitad del siglo XX para una mujer de clase acomodada decir que era feminista fuese considerado como algo subversivo, además en una familia de derechas, pero ella hizo con su vida lo que le vino en gana. Que estuviera en contra del matrimonio también me parece lógico, pues en aquella época la mujer se debía al marido, él establecía el orden y el poder en la unión, el dinero quedaba a su disposición, aunque realmente fuera ella la que originalmente lo tuviera, así se han lapidado muchas herencias. Ella provenía de una acaudalada familia neoyorquina, así en muchas de sus novelas nos disecciona la decadencia de la sociedad de la época, y estuvo casada, pero también se divorció, y se fue a vivir a Francia, tomando las riendas de su propia vida.
Para terminar tenéis en «La campanilla de la doncella» una muestra de ese otro género que también cultivó la autora, las historias de fantasmas. De forma sencilla, con un texto cercano, sus personajes te embaucan y su forma de hacerte sentir que estas en aquel lugar en medio de la catástrofe. Dicen queEdith Wharton contribuyó a renovar el género con su trazo psicológico.