La necesidad de aceptarnos como única vía para alcanzar nuestra felicidad
Por Rubén J. Olivares
Todo lector conoce a Herman Hesse por ser el autor de obras tan maravillosas como El lobo estepario o Siddharta. Un grupo menor estará familiarizado con Demian, un excelente retrato psicológico transformado en novela, pero menor será el número de lectores que hayan leído Pequeño mundo. Para el lector familiarizado con las obras de Hesse, esta novela le descubrirá un nuevo Hesse que nos permitirá profundizar en el talento y las múltiples caras del gran escritor alemán.
Por primera vez, el lector en lengua castellana tiene la oportunidad de profundizar en una obra hasta el momento poco conocida que reúne en un mismo volumen siete relatos cortos que nos muestran a un Hesse desconocido, que muestra en las distancias cortas que le permite el cuento, una sensibilidad mayor a la desplegada en otras obras, siendo implacable con sus personajes, atravesados siempre por un destino incierto.
En este volumen podemos disfrutar de la maestría de Hesse a la hora de desnudar el alma de sus personajes, revelándonos la vulnerabilidad del ser humano, fragilidad que queda al descubierto cuando nos relacionamos con los demás. Inicia la obra una reinterpretación del cuento de la Bella y la Bestia, en la que él está representado por un chico incapaz de entablar relaciones fuera de la esfera familiar debido a la patológica timidez que sufre, y ante la cual lucha a través de una prodigiosa voz que le permite unirse al coro y formar parte de una comunidad, algo que será el principal atractivo para una bella joven que se ha propuesto derribar esta barrera hasta llegar a su corazón. Ambos personajes, como el resto de los que habitan en el libro, están fuertemente condicionados por los roles sociales en los que han nacido y que las familias les ha impreso en lo más hondo de su ser. De hecho, conseguir escapar de esta ruta familiar es una liberación para todos ellos. Hesse nos muestra, indirectamente, que a menudo la familia es una farsa o que puede llegar a serlo. Escapar de ella, separarnos del nido, del abrigo protector, nos permite contemplar el bosque en su totalidad, pues dentro de ella, como dentro de cualquier estructura social, el individuo se halla encorsetado por las tradiciones familiares que a menudo son una fachada para ocultar las miserias que tras ellas aguardan y que son un sistema de control sobre el que erigir la sociedad. Los protagonistas de estos relatos son gente sencilla, sensible, que nos muestran a través de sus vivencias lo cerca que el ser humano puede hallarse de cualquier tipo de oscuridad y de mal. El mundo es atroz, aunque a menudo exista la luz, y si uno la busca, acaba por alcanzarla.
A lo largo de estos relatos Hesse nos revela los falsos consuelos a los que acudimos en busca de soluciones, desde el dinero a la religión, pasando por la conquista de la posición social, ideales a los que se agarran aquellos que ven impotentes como su vida es exprimida: por la necesidad de atender a un moribundo, por la idea de que las relaciones de pareja son una carga para los demás, por las presiones por ascender socialmente, por la necesidad de revelar la verdad a otras tierras y a otros credos. Frente a todo ello, Hesse confronta el talento como fuerza interior, el deseo y la voluntad del saber, la férrea voluntad de vivir, de no darse por vencido sin que importe si ganamos o perdemos, el descubrimiento interior que se produce cuando aceptamos otras culturas sin juzgarlas.
En síntesis, cada relato es una oportunidad para aprender, para renacer lejos del pasado al que nos encadenamos. Pasado que viene expresado por la familia, la religión, la colonización o el imperativo de continuar la tradición laboral y, sin embargo, la felicidad que ansían los personajes a menudo les llegará a través de la sencillez: ser peluquero, reconocer la bondad de los otros creyentes, abandonar el deseo de pertenecer a una clase que no nos pertenece. Hesse nos habla a través de estos relatos de la necesidad de aceptarnos como única vía para alcanzar nuestra felicidad y pleno desarrollo y lo hace de una manera que todos podemos comprender.