UA101349465-1

«Mi nombre es Nicky Frank. Aunque lo más probable es que no lo sea».

Por Ana Olivares

En esta ocasión regresamos con un thriller adictivo con tintes de novela negra que constituye la tercera parte de la serie protagonizada por la inspectora de policía Tessa Leoni. Debemos aclarar que los libros de Lisa Gardner se pueden leer de forma independiente ya que se centra en los casos que investiga sin perder información relevante acerca de los personajes principales. Algo que se agradece mucho, sobre todo cuando no hemos leído nada anterior de ella.

Retomamos la incipiente relación amorosa entre Tessa y Wyatt, pero será este último quien lleve todo el peso de la investigación policial hasta la penúltima parte de la obra durante la cual se incorporará de lleno Tessa; dejándonos algunos datos sueltos de su historia personal para futuras entregas. Eso sí, sin restar importancia al argumento ya que la narración se centra en el caso de Nicky, que será una de las voces principales durante toda la novela.

Nicole Frank será la protagonista de este rompecabezas psicológico que nos arrastrará hasta las profundidades de su escabroso pasado.
Nicky sufre un aparatoso accidente de coche. Cuando acude la policía y los sanitarios médicos, afirma que una niña llamada Vero iba con ella y ha desaparecido.El sargento Wyatt Foster y la investigadora Tessa Leoni dirigen el caso, pero cuando comienzan a analizar el escenario encuentran pruebas que no encajan con la versión de Nicky. Para más inri, cuando hablan con el marido de Nicky, éste afirma que no es la primera vez que su mujer se desorienta porque ha sufrido diversas conmociones cerebrales y confunde la realidad.
El hecho de que el marido parezca sospechoso y de que Nicky no recuerde nada acerca de su pasado da pie a que nuestra pareja de investigadores duden de todo lo que les ha contado el matrimonio.

Alternando con las sensaciones de Tessa, nos ofrece dos perspectivas de una misma investigación: la estrictamente profesional por parte de la pareja de investigadores; y la de índole personal protagonizada por la inestable Nicky, que aún no es capaz de saber ni quien es, ni por qué vive con sufrimiento y con tantas lagunas mentales. A la vez, como lectores, nos dedicaremos a pensar en desenlaces que no serán del todo certeros, ya que cómo en cualquier thriller que se preste, no sabremos la verdad hasta el final.

Debido a su enrevesada trama mantendremos la tensión argumental desde el principio, con giros sorprendentes pero justificados que nos obligan a querer continuar sin pretenderlo. Existen capítulos finales que detallan los distintos caminos que tomarán cada uno de nuestros protagonistas. Esto, unido a que su propia autora confiesa que es amante de los finales felices, garantiza a los más recelosos de este género a darle una oportunidad a la novela.

Además, encontramos una crítica implícita que denuncia la lacra social que supone la trata, demostrándonos una vez más que los únicos monstruos que existen son de carne y hueso.

Una novela perfecta para las calurosas y largas noches de verano.