Hágase la luz con Ombra
Por Sandro Maciá
Ya tardábamos en dedicarles unas líneas, lo reconozco. Pero, ¿saben aquello de que la confianza da asco? Pues algo así nos pasa a los que hacemos de nuestro tiempo un intento por descubrir al lector referencias musicales que valgan la pena. Pero no por el hecho de mantener una cercanía extrema y personal con algunos artistas –que ocurre, aunque no es el caso-, sino por la empatía y dependencia que llega a generarse con aquellos músicos –y músicas- de los que uno se siente fan desde el primer acorde.
¿Cómo poder hincarle el diente a ese proyecto que te cautiva y del que, por mucho que uno quiera poner distancia y criterio de por medio, resulta imposible hablar de forma objetiva? Ajá… He aquí mi truco: el tiempo. El tiempo que todo lo cura. Que todo lo tapa. Que todo lo relativiza… Y, qué narices, que me ha servido para no alabar en demasía lo nuevo de Ombra, que se presentó en sociedad hace ya unos meses y que lleva por título Walk up the walls (Flor y Nata Records, 2018).
De otra manera, ya les digo yo que poco más que un mosaico de cursilerías habría sido este artículo, ya que, sin el debido tiempo de reflexión –y de distancia-, la posesión por el pop(indie)rock de esta banda mallorquina habría sido tan real que a borbotones emanarían las lindezas de mis dedos, hoy más críticos pero no menos enamorados de lo que Mireia Flores (cantante y guitarrista acústica) ha conseguido junto a Alberto Collazo (baterista), Toni M. Ferrer (guitarrista) y Juan M. Ferrer (bajista) en este segundo trabajo, sucesor de Welcome Goodbye (Green Ufos, 2015) y colofón de una no conclusa carrera de éxitos y victorias en l’OFF Sant Sebastià (2016), el Hard Rock Rising o el concurso de Bandas del Festival Granada Sound (2017).
Debido a esto –y sin entrar a comentar que, además, fueron semifinalistas de Vodafone Yu Talent (Madrid) el pasado año y que, por si fuera poco, también actuaron en el Trovam Weekend de Castellón de la Plana-, más semanas de las queridas han tenido que pasar para que podamos encontrarnos hoy, aquí, con el bisturí en la mano para abrir en canal cada nota de su Walk up the walls, cada acorde de las once canciones que se agrupan bajo un título tan motivador como las propias composiciones, tendentes a conseguir que llegue la luz al hastiado terreno indie-popero y que la sensatez no termine por hacer aburrido el desarrollo de unos temas que se estructuran en torno a la variedad, con sus cambios y fluctuaciones rítmicas.
Paradójicamente, ha tenido que ser Ombra, de nombre oscuro –“Sombra” en castellano- pero claras intenciones, quien ha encendido el interruptor de la luminosidad en un ambiente que parecía conquistado por los lamentos neoalternativos de una avalancha de grupos clónicos, marcando la diferencia –que no la novedad, seamos justos- con piezas como Pirates –primer single, que entrecortadamente da el salto a un festivo conjunto de coros, previos a la voz que lleva la batuta en todo el corte, alegre y bailable-, Save the date –más guitarrera- o Under my skin –con percusiones más marcadas-.
Tras este trío, la eléctricamente cálida e instrumental Wishtling sirve de pausa para llegar a un segundo tramo, formado por Tick Tock –con un inicio de esos que no se olvidan, al estilo de The White Stripes, y un cuerpo original, gradiente, que combina arpegios con samples y versos esperanzadores: “Waiting for something big and beautiful”-, por la rápida Into this city, la reverberada Open your eyes y la feliz The Wonder – igual es cosa mía, pero aquí no desentonarían los Ting tings haciendo un “feautirng“ con los de Mallorca-, tema previo a las tres últimas composiciones: Esto es la guerra -¡qué vivan los giros vocales de rock en nuestro idioma!-, Hellen’s heaven –una dulce muestra de la capacidad vocal de Mrs. Flores, ¿por qué no ponernos tiernos, aunque sólo sea sucintamente, disfrutando de la paz pero sin olvidar que podemos pisar fuerte?- y Skylines –de potente estribillo que rozaría lo shoegaze, si no contáramos con la enérgica voz de la citada cantante-.
Once temas, estos, que grabados los Estudios Diorama Sound (Palma), gustan en la distancia y en la cercanía, con o sin tiempo de espera, debiendo ser tenidos en cuenta y asimilados con el cariño que, se deduce, le pusieron en la producción y masterización Toni Salvà y Manuel Colmenero (Sonobox Producciones Musicales, de Madrid), respectivamente.
Hágase la luz, pero con Ombra.