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Ahora contamos nosotras  de Cristina  Fallarás.

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por Vanessa Díez

Cristina Fallarás había publicado su novela “Honrarás a tu padre y a tu madre» en la que cuenta el asesinato de su abuelo republicano y el ascenso de su abuelo de derechas, rompe el silencio familiar. El silencio mantiene las sombras y la barbarie del pasado permanece. “Cuando se impone el silencio se hurta la memoria colectiva”. Mi abuela jamás contó lo vivido en la guerra y la posguerra en su pueblo cerca de Alicante. El silencio de las mujeres sobre los maltratos recibidos fue aprendido por aquellas mujeres que vivieron el terror y callaron. Aguantar para sobrevivir. Sin decir lo que se pensaba y soportando carros y carretas. Ellas después enseñaron a sus hijas a aguantar y con los años empezaron a escucharse gritos de mujer que se revelaban ante la sumisión impuesta ante tanto calvario y eran asesinadas una tras otra.

Todo se hereda. Las costumbres se mantienen aunque no nos demos cuenta. El modelo de mujer sumisa impuesto a la generación de mi abuela, mujer de su casa, obediente ante el esposo y fervorosa madre, era el modelo decimonónico, era el modelo de la generación anterior, pero esa visión tradicional se impuso con calzador durante aquellos oscuros cuarenta años y de lo sembrado entonces y sufrido todavía recogemos frutos envenenados. De las tres hermanas que somos es la más pequeña la que comparte con mi abuela su forma de comprender la pareja y veo en las jóvenes generaciones comportamientos machistas que eclosionarán peligrosamente en algún momento y si no tiempo al tiempo.
Es necesario que las voces cuenten su sufrimiento para abrir los ojos. Si no se cuenta es como si no hubiera sucedido.

Cristina Fallarás en “Ahora contamos nosotras” nos aporta los testimonios que iba buscando sobre el maltrato de las mujeres, tres mil relatos son demasiados para seguir negando que ha sucedido. Cristina parte de su experiencia ante el abuso, pues siendo muy joven un hombre se sacó su pene en un tren para masturbarse ante ella. Después en el entorno laboral un hombre se atrevió a mandarle la fotografía de su pene. Para llegar a la experiencia de la memoria colectiva con #Cuentalo. Llegamos siempre tarde, pero también tuvimos nuestro #Metoo, después de la manifestación feminista del 8 de marzo y después de aquel despertar muchas mujeres utilizaron Twitter para vomitar su dolor y hacer público el horror vivido. No es que no exista el maltrato, sea sufrido por hombre o mujer, pero la víctima lo vive con vergüenza y como algo privado. Hacer público lo privado es dar un paso al frente, porque el agresor en la mayoría de los casos es del entorno más cercano, por ello no se denuncia o se tarda en hacerlo, más si es a edad temprana. Es importante que la víctima libere la culpa de lo sucedido y al hacerlo público enfrenta lo que pasó. No pedir perdón si no justicia. Las mujeres tienen que narrarse aunque se nieguen sus relatos o intenten que desaparezcan.

El caso de La Manada ha hecho estallar muchas cosas latentes en este país y que nos llevan a una encrucijada peligrosa. Si los jóvenes desarrollan sus apetitos sexuales mediante porno y prostitutas para después cumplir la fantasía de hacer lo mismo cualquier noche con una desconocida sin su consentimiento, además si quien debería imponer orden mediante la ley aprueba tal conducta manteniendo la costumbre decimonónica en la que el hombre domina sobre la mujer y la mujer libertina al no ser una mujer decorosa de su casa era castigada, la mujer libre en otras épocas incluso ha llegado a los psiquiátricos para corregir su mal comportamiento, esto deja indefensa a la mujer dando poder a quienes tuvieran latentes tales deseos y llevándolos a cabo si no existen consecuencias, así se llenó de Manadas el territorio, perdiendo libertad la mujer al no sentirse segura yendo sola por la noche, siendo cuestionada como víctima.

Noventa páginas de verdad necesaria, pero toda verdad es parcial, cada uno cuenta su versión de los hechos. Señalar a los hombres que apuestan por una mujer libre no es el mejor camino. Quizá muchos de ellos callaron antes de despertar ante este sentimiento de injusticia, por no quedar excluidos del grupo, por no ser señalados, por no reconocer que quizá también fueron víctimas de maltrato, hay muchas variables. Esta sociedad todavía mantiene el modelo masculino en el que el hombre no debe mostrar sus sentimientos, ni la mujer ser valiente. Se mantienen herencias que si no se van soltando no nos dejarán avanzar juntos hacia adelante. Veo dos trenes que terminarán chocando. Ha despertado el feminismo con fuerza, exigiendo cambios reales, frente a los misóginos que mantienen la herencia de la tradición decimonónica, el único camino posible es unir fuerzas con los hombres que despertaron.