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Contar ovejas de axel lindén.

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por Rubén Olivares

 Quien emprende un viaje nunca sabe lo que le espera al final del mismo. Viajar, además, transciende los límites geográficos; se puede ir a algún sitio sin estar en ningún lado. Lo importante, parafraseando a Kavafis, es que el viaje esté lleno de aventuras y nos aporte más de lo que teníamos cuando lo iniciamos. En el caso de Axel Lindén su viaje empezó el día en que, tras terminar sus estudios universitarios y postergar su tesis doctoral, decidió hacerse cargo de la granja familiar que tiene en Suecia y cambiar la vida entre muros de hormigón, carreteras de asfalto y adoquines por montañas, prados, caminos de tierra y ríos. Pasó de estar a cargo de un grupo de alumnos a los que daba clase, mientras elaboraba la tesina de su doctorado, a hacerse cargo de un rebaño de ovejas, del huerto familiar y de la gestión de una granja.

En “Contar ovejas” Axel Lindén nos narra como fue su experiencia a cargo del cuidado y gestión de un rebaño de ovejas durante los 1.021 días que duró su aventura en el campo sueco. A lo largo de sus páginas vamos descubriendo el diario que su autor fue armando a lo largo de los días que pasó en la granja familiar, penetrando poco a poco en el particular universo de Lindén. Como todo joven urbanita, la idea del campo de Lindén estaba envuelta por la mitología de la pureza y sencillez del mundo rural, en armonía con la naturaleza. De alguna forma imaginamos que el campo y lo rural conservan una pureza que la ciudad ha perdido y que, de alguna manera, podremos levantarnos de nuestras sillas de oficina y lanzarnos a la aventura del mundo rural donde imaginamos que todo es más sencillo. A fin de cuentas, si somos capaces de lidiar con el estrés de la ciudad y del entorno laboral, ¿por qué no íbamos a poder gestionar una granja y cuidar de un rebaño de ovejas? La respuesta la tenemos en esta obra en la que Lindén, página a página, va desnudándose y mostrándonos la evolución que vivió, partiendo desde la ingenua idea de una vida idealizada en el campo hasta que alcanza la madurez de lo que supone hacerse cargo de la vida de un rebaño de animales, ser el responsable de su bienestar, alimentación, cría y sacrificio (como nos enseña Lindén, lo importante es el bienestar del rebaño, no del individuo).

“Contar ovejas” es un libro que entra dentro de la corriente del neorruralismo que Occidente está viviendo en los últimos años. Un exponente del orgullo rural. Del amor por la tierra, pero sabiendo que hay acciones del pasado que no deben repetirse y otras que, por crueles que puedan parecer, forman parte de la realidad de la vida en el campo, sin edulcorantes. En el libro las ovejas fornican, nacen y a menudo los inocentes y tiernos corderillos mueren de formas poco agradables (por más que le pese a Lindén y al lector), se recolecta el heno, se pudre por culpa de la lluvia y se ha de alimentar al ganado, aunque sean las 5 de la mañana y el termómetro marque -10 ºC y uno prefiera girarse al otro lado de la cama y seguir bajo el calor del edredón. Lindén sacrifica a los carneros y ovejas cuya carne asegurarán el bienestar del resto del rebaño y de su familia, aprende a esquilar a sus ovejas y a adiestrar al perro que le ayudará a pastorear mientras el invierno da paso a la primavera, que trae al verano y este al otoño que de nuevo trae al inverno. ¿Por qué leer entonces un libro que cuenta la vida sencilla y común de una familia, sin epopeyas ni fruslerías románticas? Porque entre el día a día de la granja, encontramos pequeñas reflexiones filosóficas cargadas de un claro mensaje político que nos hacen plantearnos qué futuro deberíamos promover, cómo deberíamos relacionarnos con la naturaleza y qué tipo de sociedad estamos construyendo, todo ello rodeado de la salvaje belleza de Suecia.