Cora Yako aterriza en Intromusic.
por Sandro Maciá
Descubriendo a Cora Yako
Se amplía la familia. Pero no con cuñados ni otros añadidos políticos. No. Ni pensarlo. La estirpe que crece hoy lo hace con incorporaciones de esas que molan y que no molestan en las cenas de Navidad. De esas que podemos catalogar como adiciones que, independientemente de la celebración o reunión que se precie, uno siempre recibe con la alegría de saber que serán una compañía más que agradable. Un fichaje de los que hacen grande al apellido. Porque hoy, el clan de los imparables Intromúsica recibe a un nuevo miembro: Cora Yako.
Ahora, que decimos uno por aquello de no pegarle una patada a la gramática de nuestra amada lengua castellana, pues en realidad, lo que supone la entrada de esta nueva referencia en las filas de una compañía que ya cuenta entre sus representados con artistas del calibre de La Habitación Roja, Dorian, El hijo, Tulsa o Tórtel, es la llegada de una formación compuesta por cuatro jóvenes. Cuatro bravos chicos, nacidos entre Madrid y Mallorca, que parecen haberse ganado por méritos propios el ser presentados como “una de las bandas más prometedoras y que está generando más expectativas” en el revoltoso panorama musical actual.
Así, tal cual se lee. Sobre el doble filo de quien es laureado al pasar a la primera línea de fuego, es como irrumpen Pablo (batería), Luis (guitarra y voz), Carlos (guitarra y teclados) y Dani (bajo) -integrantes del Cora Yako- en la parentela de Intromusic, haciéndose un hueco entre un catálogo muy variado y permitiéndonos, debido al consecuente e indispensable examen que uno tiende a hacer cuando la tarjeta de presentación es tan suculenta, conocer hoy -aún más- sus sencillos, sus composiciones, sus tres rockeras credenciales que nos llegan en forma de un homónimo “doble cara” virtual y de un tema independiente, todos ellos publicados en este mismo año 2019.
Año de buena cosecha, la verdad. Porque este trío de cortes no admite descarte alguno, ya que su interrelación rítmica y estilística se sobrepone a cualquier división formal, siendo todos ellos una muestra de que no sólo The Libertines o The Strokes pueden agenciarse el ser abanderados del poprock de los 00s, sino que, desde ahora mismo, los Cora Yako se suman a la estela de dicho sonido y, haciendo entrar en escena el toque ochentero a base de algún sintetizador, lo perpetúan en las estrofas de Time is short –casi noventero, con ecos de lo que podría asemejarse a unos extremadamente animados Sonic Youth en algunos versos-, en el guitarrero comienzo de Domino Effect –quizá algo más dulce, pero igual de espléndida que su antecesora cuando aparece el reverberado estribillo- y en el bailable desarrollo de Overdrive, donde el palpable aire festivo de los sintes contrasta con unas voces menos texturizadas y más naturales y limpias que en los otros temas.
Buen reclutamiento, sí señor. Crece la hermandad.
