Efterklang y su luz en Lyset.
por Sandro Maciá
Lyset, sensibilidad danesa con Efterklang
De un salto. Casi de un salto llevo toda la semana despertándome, cada mañana, por culpa de unos vecinos que, en vez de hacer de estos momentos prenavideños algo dulce, parecen querer vivir la experiencia de un modo más salvaje y no dudan en poner villancicos a un volumen que, créanme, es digno de ser medido por esas patrullas que tan de moda están y que van, noche tras noche, midiendo los decibelios de los pubs para evitar que infrinjan la ley de ruidos en zonas donde convive la residencia normal con la fiesta loca. Sin exagerar. De veras. ¿Necesitarán descargar adrenalina al son de “Cascabel, dulce cascabel”? ¿Puede que “Navidad, Blanca Navidad” –a toda pastilla, no miento-, sea ese chute que les lleva a empezar el día con más energía que si se hubieran bebido un cubo de café? Ellos sabrán… Pero que se están ganando un contraataque ya lo advierto yo desde aquí.
Aún así, tendrán suerte. Y mucha. Pues mi réplica no va en la línea de hacer sangrar tímpanos con voces chillonas y melodías empalagosas. No. Yo tengo claro que, mi defensa, según lo que esta semana traigo a las virtuales páginas de LEV, vendrá de la mano de un lanzamiento tan reciente como bonito. De un descubrimiento –nunca es tarde, ¿no?- que sí emociona en estas fechas: Lyset, un EP de cuatro pistas que presentaron hace muy poco los daneses Efterklang y que sí casa con la dulzura que requieren estos tiempos y, en mi caso, estas batallas sonoras intervecinales a través de las paredes.
Formada en Copenhague en 2001 -¿ven como no hace tanto?-, Efterklang, la banda compuesta por Mads Brauer, Casper Clausen y Rasmus Stolberg y que dio origen al post-rock en Dinamarca, nos trae en estos fríos días una muestra de calidez, un accesorio perfecto para su Altid Sammen –quinto disco de estudio, publicado también este año- que, románticamente editado en cinta de casete (además de en versión digital), revisa varios temas del mismo para arropar, con una sensibilidad envidiable, a Lyset, canción cuyo título se traduce a nuestro idioma como Luz.
A partir de esta composición, coescrita por el artista sueco sir Was y reina indiscutible del Ep hasta el punto de ser la que sirve de bautismal concepto para nombrarlo, lo que Efterklang ofrece es un set de tres complementos perfectos para entronar al hit en cuestión, sin que esto les suponga perder el brillo propio que desprenden ni quedar en el mero puesto del sustento, ya que muy injusto sería no apreciar la delicadeza de Vi er uendelig y la melancolía de Hænder der åbner sig –ambas de belleza sin igual y llevadas al campo de la amplitud emocional y sonora gracias a la colaboración del South Denmark Girls Choir, coro femenino de 70 miembros, procedente de Sønderborg, ciudad natal del trío- o de la no menos importante y cercana Havet løfter sig, donde el piano sobrevuela junto a la voz de mister Clausen, entre sutiles sílabas coreadas. Un delicia.
Pero, ¿qué pasa entonces con Lyset en este trabajo donde también han particiado los dos habituales miembros de la banda en cada directo, Simon Toldam (piano) y Øyunn (batería y voz)? Mucho. Pasa mucho. Porque además de ser, en palabras del propio Clausen “un homenaje a la luz donde todos crecemos, la luz que buscamos una y otra vez”, es también –y así puede percibirse gracias a su voz, a su tono más sombrío y a su inseparable acompañamiento pianístico- “la luz que a veces olvido, cuando estoy en la sombra por mucho tiempo”.
Pese a todo, y no me cabe duda, cuatro son las razones que nos llevan a volver a querer a estos tres chicos. Cuatro motivos que, ahora, con Lyset por bandera, nos recuerdan de forma sencilla pero muy empática e intensamente sensible, que, retomando de nuevo a su líder “hay un lugar que existe, más allá de las nubes, y arde pero está lleno de vida».
Esto sí es magia, sea navideña o simplemente invernal.