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“Kim Ji-Young, nacida en 1982” de  Cho Nam-Jo.

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por Vanessa Díez

Mi abuela protegía a mi padre como si fuera su propio hijo. La mujer estaba supeditada al hombre. Ella le servía y disculpaba. Se tapaba cualquier cosa. Era una casa llena de mujeres y él era el único varón. Las tareas del hogar eran cosa de mujeres y él no tenía más obligación que ir a trabajar o llevar a mi madre a hacer la compra. Los pucheros y los hijos eran cosas de mujer, ya fuera alimentar, bañar, cambiar pañales o bajar la fiebre en eternas noches de llanto. Mi madre se dedicaría a nuestra crianza durante aquellos años y sólo trabajaría de forma intermitente, en el campo principalmente. Y como Kim Ji-Young se vería superada por los cambios que la maternidad traería a su vida. Además era una niña cuando yo llegué, tan sólo diecinueve años. Así mi abuela sería mi madre en aquellos primeros años en que mi madre iba descubriendo cómo enfrentar sus miedos. Y hablamos de una generación anterior a la mía, incluso mi abuela dio prioridad al trabajo frente a la crianza, dejó a los niños con su sobrina en casa, mientras ella salía al campo a realizar las duras labores, cuentan que una de mis tías nació sobre las tomateras que mi abuela estaba arreglando durante esa jornada.

Nací en 1982, por ello esta novela me atraía, después deseaba comprobar si esta novela era el terremoto que ha sacudido a las mujeres de medio mundo, nunca sabes si una contra cubierta miente al realizar afirmaciones sobre una generación. Cho Nam-Jo es coreana y me he sentido identificada con su historia, lo mismo me pasó con Chimamanda Ngozi A Dichie con “Todos deberíamos ser feministas» y es africana. Existen experiencias cotidianas que todas las mujeres hemos vivido en algún momento de nuestras vidas sin importar el lugar dónde hayamos nacido. El momento en que Kim Ji-Young baja del autobús huyendo de un chico de su clase fue angustiante. Ir de noche por la calle para una mujer no es seguro, lamentablemente. Se acaba de publicar “Tranquilas. Historias para ir solas por la noche” donde varias escritoras cuentan sus experiencias. Sigue pasando. Hace un año en mi viaje a San Sebastián sola evité volver demasiado tarde de noche e iba haciendo una llamada al volver al albergue después de cenar. Sigue pasando. Nos sentimos inseguras. Una sociedad que se basa en el miedo cría seres heridos que gritan su agonía. Deberíamos aspirar a poseer mujeres seguras de sí mismas, con aplomo y fuerza, parte de ellas educarán a los hijos del mañana, pero parece que interesa que sigamos siendo una sociedad perdida que no sea crítica con sus dirigentes.

Después me sensibilizó el choque de la protagonista con la maternidad y su locura. Ella afirma: “Ni siquiera yo sé si me casaré o si tendré hijos. O puede que muera antes ¿por qué tengo que renunciar a lo que quiero ser o hacer por un futuro que no se si llegará?”. La maternidad no se nos explica. Se vive tan sólo. Mi abuela no se lo explicó a mi madre y vi sus miedos ante mi. A esta mujer también le sucede. No han cambiado algunas cosas de una generación a otra. Kim Ji-Young es de mi edad y repite patrones. Fue a la universidad, como yo, y se siente frustrada al abandonar su vida profesional por la crianza, pero como mujer se enfrenta a los mismos miedos que su madre. Las mujeres españolas como en Corea están más presentes en las universidades y van desapareciendo del entorno laboral durante unos años, volver después es difícil, nunca será en los mismos puestos, por ello muchas veces ellas son autónomas e intentan llevarlo todo.

Cho Nam-Jo en “Kim Ji-Young, nacida en 1982” pone sobre la mesa los problemas de la mujer de hoy, la incompatibilidad real entre crianza y mundo laboral, los roles de siempre se mantienen, ahogando a la mujer y haciéndola desaparecer en el entorno del hogar. La costumbre procura que no existan cambios en lo que siempre ha sido así. Las parejas jóvenes se ven acosadas ante los mayores al no cumplir los mismos tiempos y formas que ellos ante la familia. Además a la mujer que sale del ámbito seguro del hogar no se la protege ante el depredador que la acosa en la calle y se la hace responsable de la agresión sufrida. Así las mujeres deberían avergonzarse, es otra mujer quien le dice a Kim Ji-Young “no tienes la culpa». .

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