La biblioteca de los libros rechazados de Rémi Bezançon.
por Rubén Olivares
Jorge Luis Borges nos invitó a imaginar una biblioteca llena de libros perdidos, extraviados o destruidos, cuyos estantes harían las delicias del lector más sibarita. Esta idea fue recogida años más tarde por Umberto Eco en El nombre de la rosa, en aquella biblioteca prohibida que albergaba libros que, por su contenido, debían ser censurados de la mano del venerable bibliotecario Jorge de Burgos para ser actualizada por Foenkinos en su libro La biblioteca de los libros rechazados, desde un punto de vista mucho más amargo y actual: son las editoriales quienes se encargan de enterrar en vida a un libro para siempre.
Éste es el argumento que interesó al director francés Rémi Bezançon, quien, basándose en el libro de Foenkinos, rodó La biblioteca de los libros rechazados, una película estrenada ahora en España y en la que el director adapta con ironía la historia de esa azarosa vida que vive todo manuscrito que desea convertirse en un libro cuando cae en las manos de un editor y éste, con la mirada de un cirujano, lo disecciona y crítica para decidir si debe ser lanzado a las manos del lector y convertirse en un éxito o un fracaso.
Como en la novela de Foenkinos, Bezançon inicia esta historia a partir de una muerte que deja un inesperado legado. Henri Pick, el pizzero de una pequeña villa bretona ha dejado como herencia un manuscrito que acabará convirtiéndose en un best seller aclamado por la crítica especializada y por el público, gracias al fortuito hallazgo de una joven editora Daphne, quien halla el manuscrito en una visita a una peculiar biblioteca que alberga los libros rechazados por las editoriales.
A partir de aquí se inicia una peripecia literaria, casi un thriller entre libros, cuando Daphne contacta con la familia del autor y descubre que Pick, en apariencia, no había leído un libro en su vida – que había dedicado a ser pizzero -, y tendrá que ser la viuda Madeleine, quien promocione el libro y la vida de su marido. Sin embargo, una duda flota en el ambiente: ¿realmente esta obra maestra la escribió el pizzero o hubo alguien detrás? A esta pregunta tratará de dar respuesta el crítico de literatura Jean-Michel Rouche, quien se obsesionará con la autoría del libro y pondrá en cuestión a la familia de Pick, llegando a perder su trabajo e iniciando una particular road-movie a caballo con el thriller para demostrar que su teoría es cierta.
Una comedia francesa que nos mantendrá pegados al sillón con la intriga de averiguar quién es el autor del libro – aunque quizás lo sepamos desde el inicio de la película -, que logra arrancarnos alguna sonrisa y mantener la intriga hasta el final.
Los amantes de la literatura hallarán en esta película una divertida reflexión sobre el azaroso mecanismo que se esconde tras el éxito o fracaso de un lanzamiento editorial, al tiempo que una crítica encubierta a una industria que se mueve entre la impostura, el negocio y el marketing. Y el resto de espectadores pueden dejarse sumergir en esa extraña fascinación que existe en la posibilidad de investigar, documentar o imaginar la destrucción de libros a lo largo de la historia, en las carambolas que se esconde tras el éxito o fracaso de un libro, en los autores que escriben los mismos y sus vidas.
No importa el tiempo transcurrido, una preocupación recorre a todos los escritores: esos mecanismos ocultos que hacen pasar a sus obras por la ruleta rusa del azar y que Benzançon recoge en su película a través del tema de la destrucción, la pérdida o el rechazo de sus obras.