Las siete y una vidas de Stella Fortuna de Juliet Grames.
por Vanessa Díez
Mi bisabuela materna por parte de padre, es decir la madre de mi abuelo, era huérfana, la única mujer entre varios hermanos varones, arreglaron su boda con un amigo de su hermano mucho mayor que ella. El marido era jugador, fue ella quien administró la economía del hogar. Tenía animales, huerto, hacía su propio pan y cuando llegaba la hora de un nuevo vástago entre su cuñada y ella se asistían en casa los partos. Sobrevivió a un marido y a un hijo, el último se administró una dosis de herbicida, fue el hijo soltero que no pudo hacer una vida propia por culpa de unas hermanas arpías, no pudo soportarlo y ya de mayor se quitó de en medio. Consiguió que su marido no dilapidara el sustento familiar y tuvieron cinco hijos.
Esta novela me ha llegado, puedo decirlo sí, la última novela del año me ha calado dentro. Llevo tiempo pensando en escribir una novela sobre las mujeres de mi familia, la línea materna principalmente, así entiendo las dudas que nos plantea la autora cómo descendiente. Se basa en historias que ha podido rescatar del pasado y aquello que pudo investigar, pero ¿y el resto? todo lo demás lo convirtió en ficción, pues hay cosas que quizá intuyamos pero nunca sabremos realmente cómo pasaron y serán meras especulaciones. No podremos saber cómo se sintieron nuestras bisabuelas y abuelas luchando ante la adversidad prácticamente solas.
Las siete y una vidas de Stella Fortuna de Juliet Grames empieza en un pueblo de la montaña italiana antes de la guerra. Nos adentra en la pobreza familiar, en cómo la bisabuela tuvo que sacar adelante a los hijos sola durante años. Su marido en cuanto estaba cerca bebía y cuando no emigraba a los EE.UU, lamentablemente durante aquel tiempo no mandaba dinero a casa cómo otros cabeza de familia del pueblo. No llevaban zapatos pero al menos comían. Remonta la historia al inicio, cuando los bisabuelos se casan y él la lleva a ella a vivir a una cueva, allí la abandona con su primera hija, la primera Stella, el primer corazón roto de una madre.
La segunda Stella salvará la vida en siete ocasiones y nos serán reveladas. Desde bien pequeña luchará por su vida. Trabajará en el campo y coserá ropa con esmero para salir adelante. Será la cabeza de familia durante los duros años de ausencia paterna, la que ayudará a su madre en todo, la que desee las ansias de libertad y la que no acepte el poder impuesto paterno. Su padre querrá redimirse en América como cabeza de familia, después de años trabajando en la construcción y dilapidando en mujeres y en sí mismo la paga, al fin trae a su mujer e hijos, para fingir que siempre estuvo cuidando de ellos, Stella será la que peor lleve ese dominio.
Stella fue un alma libre ahogada. No quería casarse ni pertenecer a un hombre. Su padre la obligó a aceptar a un italiano que la pretendía. Ella estaba traumatizada desde las escenas de sexo forzado que había presenciado entre sus padres, sólo había una estancia en la casa, sin intimidad ninguna ante los hijos, pero su padre anteponía el deseo de su instinto a la tranquilidad de su hogar, venía de otra familia con una sola estancia dónde todos dormían en una misma cama. Además ella también vería el resultado de aquello, el dolor y la sangre para parir a cada hermano menor, cómo la mujer debía desgarrarse y desangrarse y quizá morir.
Su padre la obligó por la fuerza aceptar, era un hombre violento cuando no conseguía sus propósitos. La belleza y el carácter salvaje de Stella siempre la tuvo en el punto de mira. Ella quería huir y no desaparecer como su madre, no quería terminar como ella. Finalmente fue la madre de diez hijos y el núcleo familiar durante mucho tiempo. Nunca volvería a Italia. Una lobotomía a la que sobrevivió impidió que su nieta la conociera verdaderamente, pero ella ha buscado sus huellas en el pasado y le ha rendido un homenaje. Ya no importa que fue cierto y que no, pero es hermoso que tus descendientes te recuerden y perpetúen tu recuerdo de una forma tan bella para que la humanidad pueda conocer parte de la verdad. Así aquellas mujeres nunca se habrán ido, permanecerán en nuestro recuerdo, será también nuestra Stella.
