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Dadas las circunstancias – Paco Inclán

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por Rubén Olivares

“…En España podrá faltar el pan, pero el ingenio y el buen humor no se acaban…”

Ramón María del Valle-Inclán  

Luces de bohemia

 

Paco Inclán se ha convertido por méritos propios en uno de los autores más originales, inteligentes y atractivos de la literatura española actual. Sus libros son, en el mejor sentido de la palabra, extraños, rarezas literarias en las que, iniciada su lectura, acabas inmerso en una extravagante historia en la que el principio de la misma no presagia nunca el extraño final que nos acontece, aunque por fortuna lo mejor de sus historias está en su trama, el peculiar sentido del humor que despliega y la originalidad que se desprende de su prosa, en la que con una erudición propia de un bibliotecario y un humor surrealista propio de Berlanga o Cuerda, es capaz de conducirnos a través de una recopilación de “relatos viajeros” por remotas ciudades y países en los que se entremezcla lo erudito, la ficción y algunas píldoras autobiográficas (ya se sabe, las mejores mentiras – y narraciones – son las que contienen un poco de verdad). Como en sus anteriores libros, los motivos que impulsan las historias de Inclán son variopintos y a medida que avanzamos en la lectura de sus relatos resultan secundarios, pues la narrativa hilarante y el humor sarcástico y surrealista que despliega su autor hacen que nos dejemos llevar por Inclán sin esperar un final acorde a las metas que impulsaron la narración.  

En “Dadas las circunstancias”, su autor se convierte en una especie de investigador literario cuya misión es lograr desentrañar extraños asuntos relacionados con el lenguaje que, seamos sinceros, al común de los mortales nos importarían una higa, pero que a sus personajes les obsesiona y les llevan a aventurarse en disparatadas situaciones en las que se alcanzan momentos de tensión que anuncian la tragedia al doblar la siguiente página, pero que acaban milagrosamente diluyéndose como un azucarillo en un vaso de agua caliente en una escena cómica que roza lo trágico y que nos permite disipar los momentos de suspense vividos. Lo que busca el narrador de cada una de estas historias, como un antropólogo inocente que espera asistir a una representación de lo que imagina es la realidad de su estudio, es saboteado por circunstancias hilarantes y una realidad que lo acaban superando. Paradójicamente, este fracaso lleva al narrador a dotar a sus historias de nuevas cotas de parodia y empatía, ampliando los márgenes de la prosa tradicional hacia nuevos registros. 

Comentaba Alfredo Landa sobre el humor que “…consiste en saber reírse de las propias desgracias”. El humor de Inclán convierte a sus historias en un juego emocional en el que nos dejamos arrastrar, convirtiéndonos en víctimas (voluntarias) de sus experimentos literarios, a la par que en protagonistas de su paródica narración. Sus historias son un ejemplo de como el pensamiento crítico puedo mutar en un humor inteligente que disecciona y pone ante nosotros lo absurdo de nuestra cotidianidad, rebajando la gravedad de las circunstancias que día a día nos atenazan. Y, en mundo como el nuestro, lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos es dejar de tomarnos tan en serio. No sean tontos, y no se pierdan la oportunidad de conocer (sino lo habían hecho antes) a este autor. Les espera un humor que fluye como una descarga eléctrica, un inquieto espíritu viajero con el que viajarán a las esquinas más remotas del planeta y una prosa que refleja con fidelidad las ideas que atraviesan la inquieta mente de este autor. 

 

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