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Dime una adivinanza de Tillie Olsen. 

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por Vanessa Díez Tarí

En el prólogo Jane Lazarre nos cuenta que en 1969 tras dar a luz a su primer hijo empieza desesperada a buscar libros sobre maternidad escritos por autoras que también fueran madres, experiencias donde poder reflejarse, ser capaz de hacer su camino a través de otros relatos. Sabemos que la maternidad es una bomba que se ha presentado como un regalo envuelto con papel de brillo rojo y lazo de celofán a juego, durante mucho tiempo nadie cuestionaba ni hablaba abiertamente sobre este asunto. Quienes sabían los blancos y los negros era porque habían sido madres. Jane Lazarre encuentra en Tillie Olsen su salvación “me proporcionó un lenguaje para nombrar todo aquello de un modo más preciso». Y Jane Lazarre lo dice claramente “esa repentina inmersión en el amor más profundo que yo había conocido nunca, pero también el miedo enorme y visceral o la culpa paralizante». Cuando leí a Jane Lazarre en “El nudo materno” fue un antes y un después. Como hija había podido ver a través de mi madre lo compleja que en ocasiones puede ser la crianza y hasta que límites puede llevar a una mujer, pero nunca lo había visto reflejado en la literatura, lugar al que tantas veces he acudido buscando respuestas ante las encrucijadas de la vida. Y no será porque estas dos autoras no hubieran plasmado sus experiencias hace bastante tiempo: 1961 y 1975. Ha sido como siempre porque nos llega tarde todo y gracias a editoriales independientes y comprometidas como Las afueras que apuestan por traducir a estas autoras. «El nudo materno» llegó en 2018 y «Dime una adivinanza» en 2020. Y aunque sea triste decirlo ahora que nos llegan autoras que han escrito sobre las rendijas de la maternidad podemos darnos cuenta que las contemporáneas han tenido que reafirmarse en autoras extranjeras al habernos secuestrado mediante el exilio a aquellas autoras que podrían haber hablado abiertamente de esto, las de la generación de los cincuenta no podían siquiera planteárselo, así ya tardíamente empezaría a llegar mediante susurros lo que vivía una mujer. Para mi fue un poema de Eva Vaz sobre el aborto, aquel maltrato que ella misma había hecho a sus entrañas “No hay nadie/ capaz de hacerme/ más daño/ que yo misma». Fueron las poetas las primeras que me mostraron el camino.

“Dime una adivinanza” se compone de cuatro relatos en los que la autora habla de relaciones, ya sean entre una madre y una hija, entre marido y mujer o entre los amigos que nos trae la vida. La carencia en la adversidad, sobrevivir en momentos difíciles y no poder atesorar los cuidados, aquellos que se echan en falta y se recuerdan cuando nuestros seres queridos están a punto de marchar. La autora habla contra el apartheid, y nos lo relata a través de la historia de dos niñas en plena adolescencia que se van distanciando por culpa de otros. También habla de la guerra, y lo hace a través de un marinero borracho que murió en la Guerra Civil española, pero no nos cuenta una versión heroica, si no su vida echada a perder por la bebida y sin el calor de una familia. También habla de la maternidad y nos presenta a una mujer planchando que le cuenta a una profesora la relación que tiene con su hija y todas las calamidades a las que ha tenido que enfrentarse la familia para sobrevivir y siente culpa de que su hija vaya retrasada en el colegio pero es muy necesaria en casa para ayudar con las labores y cuidar de los pequeños, después nos cuenta ya la vejez de una mujer y cómo el cáncer la va apagando y que los recuerdos de la crianza incluso llegan a amenazarla en la última época cuando no es capaz de coger al bebé que tiene delante, su último nieto, porque ella recuerda aquellos años cargada con un niño de pañales llorando, rodeada de los otros que ya caminan y angustiada sin comida para alimentarles y sin ayuda de su marido. 

Volviendo al prólogo de Jane Lazarre, ya Tillie Olsen “había emprendido la enorme tarea de re-considerar una vida centrada en proveer y cuidar a los demás en pos de una vida dedicada a la escritura” no olvidemos que la autora fue madre de varios niños y sobrevivió a base de trabajos precarios durante treinta años para salir adelante antes de dedicarse a escribir gracias a una beca. Jane Lazarre afirma “Olsen nos recuerda que, a lo largo de los siglos, la mayoría de las mujeres escritoras que crearon obras bellas e importantes no estaban casadas, nunca tuvieron hijos». Tillie Olsen se cuestionaba las contradicciones entre creación y maternidad, aquello que Jane Lazarre llama grietas, “permitió a muchas escritoras de mi generación empezar a cerrar la grieta existente entre nuestra identidad de escritoras y artistas y nuestra condición de madres”. Este tipo de asuntos que la autora ya se planteaba siguen presentes.

Si te encuentras “Dime una adivinanza” en la librería dale la vuelta y echa un vistazo a las tres mujeres que dan la cara por ella: Alice Munro, Margaret Atwood y Jane Lazarre. No hay mayor garantía que este trío de ases, no dudaría en apostar por su lectura.

Dime una adivinanza
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