“El sexocidio de las brujas» de Françoise d’Eaubonne.
por Vanessa Díez Tarí
El texto de Françoise d’Eaubonne analiza el avance de la misoginia por la historia llegando a su momento de mayor esplendor con la quema de brujas, lo que la autora llama sexocidio, ya que según nos adentramos en los siglos cada vez es más evidente que se quema en mayor número a mujeres, incluso existen datos de cuando únicamente se quema carne de mujer, las de todo un pueblo en algunos casos. Después se cubre aquella barbarie tras lo desconocido, se justifica diciendo que eran brujas, la lucha contra el mal tiene cualquier arma como aliado en un tiempo de oscuridad para la humanidad, pero incluso grandes civilizaciones avanzadas como la griega y la romana aniquilaron lo femenino, haciéndonos creer que no existieron mujeres filósofas que se desarrollaron y establecieron sus discursos como sus compañeros masculinos como Hipatia, qué mejor forma de atacar a alguien que hacerle desaparecer, el olvido ha sido la mayor herida, destruir la obra y toda huella dejada tras de sí, el acto simbólico del asesinato.
La lucha de sexos viene de muy atrás. La autora cita el libro que Françoise Gange dedica a la sustitución de la Gran Diosa por los dioses masculinos del patriarcado: Les Dieux menteurs. Destaca el pasaje del asesinato de la antigua divinidad femenina que es obligada a casarse con el joven vencedor. En la Epopeya de Gilgamesh la instauración del matrimonio que subordina a la Diosa como una transformación ajustada a la necesidad de procreación y el deseo de muerte de lo femenino. Lo masculino se instaura como lo absoluto y lo femenino como lo otro, lo masculino por encima de lo femenino, dejando en manos de la mujer lo único que el hombre no podía hacer, dar vida. Muchos han sido los hombres versados en letras que a lo largo de los siglos han dejado pruebas de su misoginia en sus obras, dejando en un rincón a la mujer. Cuando en otras épocas han existido mujeres que han destacado sobre sus pares masculinos se las ha atacado y desprestigiado, llegando a nosotros en forma de leyendas ya fuera la de las amazonas acusadas de asesinas de hombres o las brujas, en ambos casos se elimina a la mujer que no sabe comportarse como tal, se mata a la mujer libre, no matan a la pecadora Eva si no a Lilith, aquella mujer que prefirió la muerte que ser sometida a un hombre.
Según analiza la autora los evangelios habrían sido en la época una ruptura frente al sexismo de la cultura grecorromana, siendo más tarde desviada por sus sucesores en defensa de la herencia patriarcal que la utilizaría como aval. Afirma que es muy probable que el mensaje original de Jesús fuese de reconciliación de ambos sexos y no la dualidad que los enfrentaba de la que ya habíamos hablado. Pero se censuran algunos evangelios, ocultando esta ruptura, pero aseguran que no pudieron borrar el rastro incluso en los cuatro Evangelios oficiales.
La ruptura que ilustra la Epopeya de Gilgamesh es la conquista de la ciudad de Uruk, donde acabó la resplandeciente civilización cretense, expresión de la divinidad femenina. La violación colectiva de las mujeres del Templo y echar a la sacerdotisa-reina a los infiernos, dándole como una salida el matrimonio, siendo así sometida por el vencedor que toma su reino y su vida. A partir de aquella conquista serán los dioses masculinos los que tomarán el poder, el auge del orden viril dará como resultado caos, guerra y la apropiación de la agricultura hasta aquel momento femenina.
La autora cita a Ernest Bornman para que podamos entender aquella época tenebrosa: “Todo lo que pudo haber de maternal, de generoso, de indulgente y de fecundo […] se había transformado en un horrible culto destructor y se había vuelto contra [el hombre]. La idea de la competencia, de la lucha, de la guerra, del desarrollo del individuo en detrimento de los demás… todo eso fue obra de los hombres”. Como resultado hubo un gran cambio, lo que era luz se volvió oscuridad, se adentraron en la Edad Media griega, una recaída en la Edad de Piedra. Mil años después de la invención de la escritura, volvió a reinar el analfabetismo.
La hostilidad a lo femenino prevalece en la Iglesia sin importar llegar al derramamiento de sangre para que pueda prevalecer su poder. La autora cita la afirmación de Charles Du Bos y de Paul Claudel: “Las palabras de Cristo, tomadas aisladamente, no conducen más que a la anarquía; de ahí la necesidad de san Pablo”. Y tras esto llega a decir “Pero no llega a la conclusión lógica de tal afirmación: que las palabras de San Pablo solo pueden conducir a las hogueras de la Inquisición”. La Iglesia acabará reforzando la renuncia de la carne transformada en odio de la carne, será la mujer la pecadora y la culpable, la forma de limpiar la culpa será extirpar el mal de raíz mediante un ritual de fuego purificador, un mundo sin mujeres.
Françoise d’Eaubonne analiza en este ensayo muchos de los autores que han revisado los textos antiguos aportando una nueva visión de lo que realmente sucedió con las mujeres en la historia. La autora fue una luchadora. En noviembre de 1998 envío una carta a Juan Pablo II pidiéndole que pidiera perdón por los dos siglos de sexocidio sobre las mujeres. “La acusación de brujería pudo servir a algunas personas para justificar su misoginia y confinar a las mujeres en la esfera privada”. Cuando realmente muchas de aquellas mujeres son parteras y doctoras judías, manos femeninas que poseen conocimientos para sanar, en ocasiones dones ancestrales revelados de generación en generación, pero que no deja en buen lugar a los desconocedores masculinos en la materia, hombres que preferirán dejar morir que aprender.
Françoise d’Eaubonne escritora y feminista acuñará el término ecofeminismo en 1978. Dedica su vida a escribir sobre la sexualidad y a militar contra la ginofobia, la homofobia, el colonialismo y las cárceles. La autora afirmó que la superpoblación mundial y la destrucción de la naturaleza son fruto del sistema masculino que “ha enjaulado al segundo sexo y se ha apropiado de la Tierra”. Estableciendo la “caza de brujas» como otro episodio más de dominación, ya que se persiguió y masacró mujeres por el mero hecho de ser mujeres. “El sexocidio de las brujas» fue publicado en 1999, aportando claridad a muchos hechos del pasado que explican a donde hemos llegado, pero su autora quedó en el olvido, siempre ha sido la forma de desprestigiar aquello que se ha preferido ignorar, nos llegó en 2019.