Exhalación de Ted Chiang.
por José Luis Romero León
No leo mucha ciencia ficción. No la leo ahora mismo, el cuerpo me pide otra clase de lecturas. Sí he leído los grandes clásicos, esa gran triada de novela distópica que todo lector reconoce. Y alguna que otra. Déjame que te cuente, pido un rato de volver a encontrarme con lecturas de hace años y eso siempre es momento de concentración, pero, también de recuerdos al asociar lecturas siempre a momentos. Ese ejercicio siempre me hace padecer un nostalgia dulce y tranquila. No sé qué años fueron, pero recuerdo en qué momento me he leído cada libro.
La primera fue “Un mundo feliz”. Llegaría por @papapepe47 y “La fuga de Logna”- una película de los años setenta- y debió ser aún en plena adolescencia. La siguiente que recuerdo en “1984”, ya estaba por Londres así que la tuve que leer en inglés. La culpa la tuvo “Rebelión en la granja” ya que seguí tirando del hilo hasta llegar a este libro. La última de esta trinidad es «Fahrenheit 451» y también es la que no tengo. Eso sí, la conservo en versión novela gráfica y fue un regalazo. Fueron los primeros meses en Madrid, de préstamo en algo que se llamaba- no sé si sigue existiendo- “Bibliometo” y lo leí en los trayectos del colegio a la universidad. He leído más distopías, pero temo que esto espera ser una reseña y no puedo detenerme en contar cada una de ellas. Solo un pequeño apunte, “Ensayo sobre la ceguera” forma parte de los libros que releo. Un club personal muy selecto.
¿Por qué vuelvo a las distopías? La culpa la tiene una película “La llegada”. Ahí disfrazado de película de extraterrestre se encuentra una historia de amor entre una madre y una hija maravillosa. Y claro, estas fajas puestas a propósito, anunciaba que estos relatos son del mismo autor. No he leído aún “La llegada” pero prometo hacerlo. Ya he localizado que el cuento en cuestión se llama “La historia de tu vida”. Un título que se explica perfectamente con el desarrollo y final de la historia. También fue publicado en un libro de relatos, en el dos mil dos y obtuvo un premio Locus.
Son relatos, todos no enganchan igual. Son relatos como quién mira episodios de “Black mirror” y todos son iguales. Obviamente, su última temporada ni la cuento. Son una maravilla en conjunto, y en algunos casos, excepcionales. No hay en ningún momento en que seamos capaces de olvidar que por más que avance la ciencia, por más inventos, por más tecnología… lo importante seguimos siendo nosotros. Humanos perdidos, necesitados de relacionarnos y entendernos. Máquinas del tiempo, avatares como animales, robots, máquinas que hacen trabajos de humanos, inteligencias artificiales, medias verdades y verdades absolutas…todo lo que puedes esperar, lo vas a encontrar.
Se agradece que al final de los relatos explica de dónde le ha venido la inspiración, qué autores, qué libros que elementos de la ciencia son claves para el desarrollo de cada uno de estos ha necesitado. Me encandila que algunos sean relatos leídos en su juventud, que necesitan salir de alguna forma.
Te lo he dicho, tiene la habilidad de hacernos creer que son libros de ciencia ficción, cuando, en realidad, habla de nosotros, de nuestra condición humana.
