Gemma Humet y su Màtria.
por Sandro Maciá
Compromiso de autor en Màtria
Mi fe hacia el compromiso con ciertas causas sigue vigente. A Dios gracias, la verdad, porque con la que nos está cayendo, casi imposible resulta creer en algo, en alguien o en ambas cosas… Y sí, llámenlo fe, llámenlo confianza, pero más allá de las nomenclaturas o de las lenguas donde ambos términos adquieran uno u otro significado, este sustantivo vuelve a mi vida hoy.
Como el hijo pródigo o como esa ilusión que no parece recuperable en estos tiempos de machaque continuo y recorte de libertades, así es este reencuentro con la ilusión por ver que no somos capaces de romperlo todo y así de humanamente se me antoja traerlo a estas líneas, porque, si por algo mi verborrea se centra hoy en recobrar la esperanza en el compromiso y en la alegría que da el redescubrir valores propios, es porque así me ha hecho verlo alguien que, precisamente, ejemplifica esa transversalidad del significado más allá del idioma y ese ímpetu por no dejar perder el compromiso con los valores: la gran y conocida Gemma Humet.
Exacto. Ella. Ella ha sido la que ha hecho que mi vertiginosa rutina pare y uno pueda darse el gusto del reencuentro con la canción de autor, con esa cercanía que sabe multiplicar por diez en forma de tracklist para ofrecer lo que tantos buenos ratos nos está regalando, su último disco, Màtria (Satélite K, 2020), una continuación de su trayectoria discográfica -precedida por Si canto enrere (2015) y Encara (2017)- que supone un salto adelante en su carrera y que muestra que a las raíces se puede volver cambiando de perspectiva y reaprendiendo según se van combinando las facetas que nos llevan a sentirnos realizados es el mix de planos que nos envuelven en la vida, como el de mujer, madre, habitante, persona…
Con una sensibilidad tan suya como los valores -propios y comunes, por aquello de las referencias personales y de las que contextualizan su carácter mediterráneo- que dan forma a sus canciones, Gemma Humet, después de recorrer no pocas zonas de nuestro país y algunas capitales europeas, presenta en Màtria una serie de temas de estilo más electrónico que en anteriores ocasiones, realizando un viaje poético a través de escritoras contemporáneas y de versos propios que mantienen -valga la redundancia en mi argumento- su voluntad de protesta y compromiso con la lírica.
Así, sumando los factores y añadiendo colaboraciones de la talla del cantautor Joan Baptista Humet -gran tema Solitud, censurada durante mucho tiempo en Cataluña-, no es de extrañar que Màtria cuente con composiciones del calibre de Damunt d’un cel de fil -con texto de Maria Mercè Marçal-, con cortes libertarios y de homenaje -como Ales al vent, respecto a lo primero, y Mare, en cuanto a lo segundo- o con otros de arranque sigiloso y frenético desarrollo -como La mesura de la passió-, de preciosa combinación textual y musical -Lila clar, con letra de Roc Casagran- y de reafirmación en su carácter -véase Interpreta’m, con versos de Mireia Calafell-.
Y eso, por no citar todos y cada uno de los temas que dan forma a este bonito trabajo, cuya esencia no se pierde en ningún momento y cuya personalidad se reconoce a leguas, tanto por el saber hacer en lo artístico y vocal, como en la parte técnica, donde la producción de Jordi Casadesús contribuye a reforzar las señas de identidad de Humet, mezclando voz y piano con teclados, sintetizadores analógicos y cajas de ritmos, y desprendiendo a la canción de autor de pesadas etiquetas.
Fe devuelta. Compromiso reencontrado.