José Luis Fernández Juan
Por Lara Vesga
José Luis Fernández Juan: “Ante una pandemia, los habitantes de Harmonía actuarían con disciplina social”
Harmonía es el lugar perfecto para vivir y convivir con los habitantes que lo pueblan. Exóticos desde su nombre (Anivderaleva, Atenógenes, Daristóbulo…) y de aún más exóticas profesiones, sus vidas son un perfecto equilibrio entre la libertad y la fantasía.
Hablamos con el profesor valenciano José Luis Fernández Juan, quien brinda en Pinceladas de Harmonía la posibilidad de descubrirnos un mundo diferente y con una infinita paleta de tonalidades, y de reencontrarnos con el potencial lingüístico que encierra el castellano.
Harmonía es un paraje idílico donde sus habitantes viven en paz, son felices y todo tiene un equilibrio. ¿Qué pasaría en este mundo ideal si hiciera acto de aparición una pandemia como la que estamos viviendo estos días con el coronavirus?
José Luis Fernández Juan: Los habitantes de Harmonía viven en harmonía esencialmente porque han optado por un estilo de vida basado en la cultura y en la educación. Más allá de esta apuesta, son como tú y como yo; y por supuesto, son susceptibles de padecer, como nosotros, cualquier tipo de inclemencias.
Si les viniera una pandemia tan inédita y demoledora como la del coronavirus, seguirían las indicaciones que las autoridades sanitarias y gubernamentales marcasen. Obedecerían a los expertos. Se armarían de precaución y paciencia sin arrogancia ni incivismo.
La unidad en la diversidad es un rasgo arquetípico harmoniense. Por ahí ya tendrían mucho ganado. Nadie se borraría. Actuarían con disciplina social. La potencial irracionalidad emergente en una situación de caos la contrarrestarían con sensatez empática. No habría grietas egoístas que desajustasen la fortaleza grupal.
¿De dónde surge la idea de escribir Pinceladas de Harmonía?
JLFJ: Surge de mi mirada caleidoscópica para entender mejor el mundo. Busco una vocación de estilo diferente para mostrar una perspectiva literaria también diferente. Planteo al lector un puzle conceptualmente cromático para que lo componga libérrimamente. Cada receptor obtendrá un placer desigual en función de su particular sensibilidad. Pinceladas de Harmonía es un libro abiertamente megainterpretable.
Intentar escribir una polifonía alternativa a lo institucional siempre encuentra un asidero comprometido. Los contornos no quedan desdibujados puesto que la complicidad interpretativa da validez a todo tipo de miradas.
Pinceladas de Harmonía es sobre todo la historia de sus habitantes, los cuales protagonizan todos salvo el primero de los diecisiete capítulos. ¿En qué te basaste para definir cada uno de ellos? ¿Hay alguno que sea tu ojito derecho?
JLFJ: Me basé en la belleza del azar. He intentado que cada personaje vaya adaptándose a la atmósfera pretendidamente artesanal de Harmonía. Los personajes surgen, se acoplan y se definen conforme se van relacionando. La introspección de cada uno de ellos se expande hacia su entorno más cercano y natural. Su mundo propio deviene ajeno por la permanente transmisión de umbrales.
Mi ojito derecho podría ser Daristóbulo, el cuentacuentos. Pero voy más lejos… Mi ojito izquierdo, el tañedor de estribillos Evelyno; mi naricita, Teodoro y su contrapunto imitativo; mi orejita derecha, Cynthia y sus conversaciones metanarrativas; mi orejita izquierda, Yalinka con sus cumbres equinas; mi boquita, Anivderaleva y sus variaciones de líneas en volúmenes… Podríamos seguir… Por todos tengo preferencia porque a todos los quiero sobremanera. Cada uno podría ser una parte de mi cuerpo; todos juntos corporeizarían por segmentos mis debilidades más emotivas.
“Pinceladas de Harmonía es un libro abiertamente megainterpretable”.
Hablemos de la curiosa e inusual onomástica de los personajes. Encontramos a Anivderaleva, a Daristóbulo, a Druso y a Mepomucema entre otros… ¿Por qué la elección de esos nombres?
JLFJ:Las onomásticas nacen a partir del planteamiento de recuperación y adopción de factores diferenciales. Si se proponen alternativas a lo mayoritariamente aceptado, en este apartado no tienen cabida los José, Carmen, Manuel, Francisco, Isabel… Aquí tenemos a Atenógenes, Enzia, Lisardo, Omara, Petronilo…
Las nomenclaturas se expanden a su albur hasta generar un rítmico flujo de personalidades variopintas. El vocabulario pictórico se crea desde la poética de la vanguardia. En Pinceladas de Harmonía las onomásticas son ideativas, no cristales líquidos.
El libro está repleto de referencias culturales de todo tipo: pedagógicas, musicales, gastronómicas, plásticas… ¿Pretendías que fuera una especie de compendio del saber en pequeñas pinceladas?
JLFJ: La voluntad inicial era bastante más básica: ¡entretener desde el humor y la experimentación! El lector nomás tiene que abandonarse al juego de participar, imaginar y descubrir. Sencillísimo.
Las referencias culturales surgen como chispazos ontológicos de forma natural. La ética, música o la pedagogía se adaptan a la realidad tecnológica sin mayores problemas. No existen nihilismos ni territorios de duermevela. Las referencias inexorablemente forman parte del escaparate ambiental que corre por las manecillas del reloj temporal de Harmonía.
Hemos hablado del fondo del Pinceladas de Harmonía. Pero la forma del libro es muy llamativa. Utilizas la prosa poética, un vocabulario rico y poco habitual en el día a día y una buena dosis de recursos lingüísticos y juegos de palabras. ¿Qué buscabas al escribir el libro de esta forma?
JLFJ: El balanceo como concepto propio de modernidad. La prosa la ejerzo en los lindes de la poesía; la poesía me facilita crear resonancias, imágenes y asociaciones de ideas que no puedo transmitir desde la prosa. En Pinceladas de Harmonía la prosa y la poesía se complementan partiendo de cruces con otros lenguajes.
Me seduce investigar jardines poco transitados en la literatura. Me dejo llevar por el ilimitado potencial que las figuras literarias me proporcionan puesto que me facilitan una cadencial lluvia de hechizo. De esta forma el texto en acto emana vivo.
Según he leído, uno de tus objetivos al escribir este libro es que sea utilizado en la asignatura de Lengua y Literatura Castellana en centros educativos de habla hispana. ¿Qué crees que puede aportar Pinceladas de Harmonía a los estudiantes?
JLFJ: En el estilo de Pinceladas de Harmonía confluyen rasgos muy marcados de movimientos como el Culteranismo y el Conceptismo del XVII o el Surrealismo y Modernismo de principios del XX. Estos movimientos son los más arduos de toda nuestra literatura. En el libro se evidencian de forma más sencilla y amena a modo de espejo.
Además la misma voz reconocible es más atractiva si se trabaja con humor. Los alumnos lo captan rápido. Lo temporal se convierte en intemporal como flujo de comunicación.
“La voluntad inicial del libro es entretener desde el humor y la experimentación”.
Me ha llamado la atención que utilices la grafía en desuso de la palabra Harmonía, que conserva la h del latín. La RAE desaconseja este uso e insta a la utilización de la palabra armonía. En el contexto de un libro escrito tan escrupulosamente en lo lingüístico ¿ha sido esta una pequeña rebeldía o licencia que te has tomado?
JLFJ: Elegí la H para entroncarlo con un rasgo estilístico del libro: el humor. Si humor lleva H, Harmonía también ha de llevarla. Vendría a ser un acto de coherencia (que también la lleva). La coherencia es tan divertida como la bohemia o el hipérbaton.
