La oscuridad que conoces, de Amy Engel.
por Lara Vesga
Junie e Izzy, dos mejores amigas de doce años, aparecen asesinadas en un parque de una zona empobrecida de Missouri. Nada tienen que ver las familias de las niñas. Los padres de Izzy son un matrimonio no rico pero sí próspero, y la típica estampa de familia feliz. Junie por su parte solo contaba con su madre y su tío, Eve y Cal Taggert, quienes crecieron en una vieja caravana maltratados por su madre y la ristra interminable de novios que les llevaba cada semana.
Forjada, y qué remedio, en la parte más oscura de la vida, la madre de Junie no se contenta con la investigación policial que se está llevando a cabo para esclarecer los asesinatos de su hija y la mejor amiga de ésta. Actuar al margen de la ley es algo que ha mamado desde pequeña. Y una vez muerta Junie, ya nadie la podrá parar en su búsqueda de la verdad, de respuestas y, sobre todo, de venganza.
Amy Engel (Kansas, EEUU) ha escrito una historia todopoderosa y descarnada, sin concesiones y sin tregua. En «La oscuridad que conoces», los contornos del bien y del mal se difuminan y hasta los lugares más infectos y aterradores pueden proporcionar, también al lector, sosiego y seguridad. Y aunque no sean los prototipos más idílicos, en la novela mandan las mujeres. Fuertes, decididas, frías e incluso crueles. Como lo es la madre de Eve, pero cuyo carácter y modo de vida, paradójicamente, serán el modelo que su hija utilice para hacer frente a la verdad sobre el crimen. Eve querría no necesitar a su madre y seguramente el lector querría que alguien así no existiera, pero también la necesita, en ocasiones hasta desesperadamente, a la vuelta de algunas páginas.
«La oscuridad que conoces» pega fuerte desde el inicio y hasta el fin. Son 290 páginas de aquí te pillo y aquí te mato. Es imposible abandonar a Eve en su rastreo infatigable del asesino de su hija. Sabes tan bien como ella que eso no traerá nada bueno, que a veces es mejor dejar las cosas como están, tratar de asumirlas, y que quienes deben encargarse de hallar a los culpables, lo hagan. Pero también el lector conectará con su propio lado oscuro leyendo este libro. También acabará queriendo saber, queriendo actuar, entendiendo a una madre y entendiendo su contexto. Comprendiendo, en definitiva, que Eve haga lo que tiene que hacer, sin que le tiemble el pulso.