La sonata sin nombre, de Beatriz O´Shea
por Lara Vesga
Elena, una joven periodista cuyo novio acaba de dejarla por otra mujer, recibe en medio de esta desilusión amorosa una llamada inesperada. Se trata de una marquesa que busca desesperadamente contactar con una violinista para cumplir con la última voluntad de su mejor amiga, recientemente fallecida. ¿Y qué pinta Elena en todo esto? Pues simple y llanamente, ser pariente lejana de los directores de la fundación donde estudia la joven violinista Irina Ionescu.
De nada le sirven a Elena poner excusas y decir que apenas sabe nada de esa rama lejana de su familia con quien nunca ha mantenido contacto. La marquesa es sumamente persuasiva y además la historia empieza a cobrar un interés mayúsculo para la periodista, quien ve en ella la posibilidad de realizar el reportaje de su vida.
Pero empecemos la historia desde el principio… Habrá que remontarse para ello al Madrid de 1953, a un país en los años de la posguerra. Catalina conoce por casualidad a Andrei Popescu, un apuesto violinista rumano que rompe todos sus esquemas. La historia de amor apunta maneras, pero queda abruptamente interrumpida cuando el músico abandona repentinamente España.
Más de cincuenta años después, tras la apertura del testamento de Catalina, su albacea e íntima amiga Violeta, marquesa de Lezma, se encuentra con que debe contactar, siguiendo las últimas voluntades de Catalina, con la joven violinista Irina Ionescu. Hay algo importante que la muchacha debe recuperar, un mensaje muy especial que debe conocer cuanto antes. Algo que implica a varias personas.
Es a través del relato de la marquesa y de las pesquisas de Elena como se va poco a poco desmadejando el ovillo de esta historia de un amor imposible que guarda varios misterios y también asuntos turbios. Y, ya de paso, la investigación servirá a la joven periodista para olvidarse de su reciente ruptura y para poder divisar la vida más allá del horizonte de su ex.
«La sonata sin nombre» supone el debut en la literatura de Beatriz O´Shea (Madrid, 1977), licenciada en Psicología y con una carrera profesional ligada a la comunicación y los recursos humanos. La autora ha orquestado una partitura preciosa en esta novela, en donde pasan muchas cosas y se suceden infinitas emociones en poco más de 300 páginas. Hay historia de España e historia de Rumanía, política, amor, espionaje, intriga, música, secretos familiares y relaciones de pareja complicadas.
En «La sonata sin nombre» suena la melodía de lo que fue y de lo que pudo ser. Del peso de las decisiones en una vida, de las bifurcaciones en el camino y de los recuerdos, unas veces bonitos y otras no tanto.