La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante.
por José Luis Romero León
No me pidas armar un mueble de la cocina, ni desatascar una tubería del lavabo, ni siquiera que me preocupe cuando fue que hice la compra. Quizás fue ayer o esta mañana. Me habré olvidado de la mitad de las cosas. Puedes preguntar, si lo prefieres, quién me recomendó leer a Elena Ferrante. Allá por abril, Lucía Baskaran nos habló- en uno de los directos que a media tarde me hicieron más llevadero el confinamiento- de tres libros, dos autoras y un autor. Una de ellas fue la propia. Los otros dos también los leí.
Va con trampa, con una fina telaraña, casi invisible, que hace que girar sobre ti mismo sólo sirva para atraparte más en cada gesto por escapar. Los escucha sin querer. Los padres de la protagonista, creyendo que nadie oye las conversaciones de adultos, se confiesan admitiendo que su hija es fea, tan fea como la tía Vittoria. Pero que no era tan fea, se esta volviendo poco a poco. ¿Es fea físicamente o de carácter? ¿Es tan fea la tía, hasta ahora una desconocida, como ella? ¿Por qué no conoce a esa tía con quién ahora la comparan? Me retuerzo todo lo que puedo, a mayor intensidad más quiero saber. ¿No querrías conocerla? ¿O prefieres quedarte en tu mundo creado a medida?
Al caer de la trampa, se abren los trapos sucios que cada familia barre en su casa. Primos que no vemos, hermanos que no se hablan. La casa donde vivimos de niños nunca vuelve, la vida de los padres que ignoramos, los recovecos de un paso a la vida adulta teniendo que elegir bien los modelos adultos sin saber, que esa postura, será clave en el siguiente paso.
Nápoles, diferentes clases sociales. Diferentes formas de entender la vida. Diferentes formas de enfrentarse a ella. ¿Te quedas con los padres, fríos pero aparentemente impolutos o te dejas arrastrar por tu tía inestable? ¿Te quedas con tus padres o das el paso a la vida adulta? Decide conocer a su tía, las visitas van aumentando a sabiendas que sus padres no estarán de acuerdo. En una de estas visita a su pareja al cementerio, habla con él. La protagonista asiste atónita a la conversación entre su tía y el muerto. Habla por boca de sus padres, como todos hicimos:
“…que los muertos son objetos que se han roto, como un televisor, la radio, la batidora, y que lo mejor era acordarse de ellos como eran cuando funcionaban, porque la única tumba aceptable es el recuerdo.”
Luego ya empezamos a hablar con otras voces, crecemos. Cambia el humor, los olores, los fluidos. Eso me decía mi madre, que me agrié. Me volví feo, seguro. Tendré que preguntar si como algún tío. Los rechazos, los acercamientos. Desmontar las vidas de los adultos, frías, artificiales, llenas de mentiras. Si te has quedado con la duda de los otros autores que Lucía recomendó fueron “Falso espejo” de Jia Tolentino en Temas de hoy y “Mientras escribo “ de Stephen King. Ambos, otros aciertos.