Las inseparables de Simone de Beauvoir.
por Vanessa Díez Tarí
Ahogaron tu ser. No te dejaron existir. Tus anhelos eran anulados. El grito de tu alma quedó suspendido. La faja moldea cuerpo, mente y corazón. Ser mujer sólo tiene una forma y un camino. Tu madre es tu devoción y tu perdición. Castradora y sibilina no dudará en revelarte cruelmente aquello que está por venir para que no abandones la protección de sus faldas. Si le desobedeces será la fuerza y tergiversará la realidad jugando con tu mente llevándote al límite de la locura si es necesario. No puedes abandonarla. Y cuando salgas de bajo su techo será casada y sólo con el candidato conveniente. El amor es un cuento de hadas que no te dejará experimentar, porque ella tampoco pudo alcanzarlo, al obligarla a casarse con un hombre que no quería te condenó a ti y a todas sus hijas a sufrir en carne propia el mismo calvario.
En “Las inseparables” Simone de Beauvoir se muestra de forma íntima. Regresa a la infancia para sacar del olvido a su mejor amiga, aquella que la marcaría para toda su vida. Esta novela escrita en 1954 se publica unos sesenta años después. En su época era arriesgado demostrar un pensamiento libre más siendo mujer. Ya había publicado el Segundo Sexo en 1949 y además otras novelas, pero aquí observamos una narradora más sensible y más cercana a su sentir. Desnuda su corazón ante ese primer despertar de juventud, otra compañera de colegio que la deslumbra y a la cual llega a venerar. Aunque al mismo tiempo es capaz de poner distancia y ver desde fuera el ambiente opresivo de recato que sufre su amiga en el entorno familiar, fruto de la creencia religiosa imperante en la época, que no transitase por el camino del pecado y más si es una jovencita maleable que se puede descarriar.
Quizá ahora podamos pensar que es una novela ingenua de primera juventud de una escritora inexperta. Situándola en la época podremos tomar en consideración la sinceridad de su autora respecto a los sentimientos, algo que no era común. Ese primer sentir por otra persona, además siendo mujer. Existieron rumores años más tarde sobre el tipo de vida bohemia que al parecer llevaron Simone de Beauvoir y Sartre pero eso fue mucho después y la vida de pensadores libres llevaba una imagen que rompía los cánones establecidos. Pero en esta novela el sentir de Simone todavía es el de una chiquilla que respeta la religión de los padres, va a misa y saca buenas notas. Es su compañera y amiga la que provoca que se cuestione cosas, la cual aunque quiera provocar cambios se verá enredada en un laberinto entre la castidad, el deber y el buen hacer como hija y como mujer. Simone al caer en desgracia su padre y por extensión su familia, al perder su posición laboral durante los años de guerra tendrá la obligación de ganarse el pan y eso le abrirá una puerta de posibilidades que una mujer de posición de la época no se podía permitir. La segunda puerta de Simone será la universidad, su padre al menos puede permitirse que su hija pueda estudiar aunque no pueda cubrir gastos de dote o la lujosa casa que abandonaron. Una mujer con formación y con libertad económica en el París de 1950 será la que dará un vuelco sobre muchas de las creencias impuestas a las mujeres durante generaciones.
Quizá si leéis esta novela podréis entender de donde sale el primer germen, ese deseo de cambio, la necesidad de hacer algo para que cada vez hayan menos tragedias en las que la víctima inocente sea mujer. Si no la conocimos antes fue porque Sartre minó la seguridad de Simone respecto a este texto, algo que nos confirma que ella había puesto algo más que ficción en “Las inseparables”, un homenaje y su visión de aquella asfixiante época en la que las diferencias de clase como siempre ponían a cada uno en su lugar y caer en desgracia era imperdonable, pero las mujeres siempre pagarían un alto precio en cualquiera de los dos lados. Hambre y libertad o pan con cadenas.