Sistemas inferenciales, Satélite menor llega desde Perú
por Sandro Maciá
Nuevo EP de Satélite menor
Evocar sentimientos en lo que queda de año puede ser más peligroso que jugar a la ruleta rusa… Lo sé. Pero, ¿y si esto se hace con mimo y tomando como hilo conductor para la expresión de toda inquietud o reflexión la música, y, más concretamente, el dreampop? Se acabó el peligro. Quedamos exentos de todo riesgo. Libres de cualquier duda y -por qué no decirlo- con ganas de afrontar el fin del 2020 con valentía, como lo hacen los fantásticos peruanos de Satélite Menor en el trabajo que hoy nos ocupa: su Sistemas Inferenciales (Catenaria, 2020), un Ep de siete cortes donde, a partir del valor y el “knowhow” artístico de los integrantes de la banda, la entrega a la melancolía deja de ser motivo de temor y pasa a erigirse como punto de partida para la apertura en canal de un mundo interior cargado de dudas, contradicciones y reconciliación.
Como se lee. Reconciliación incluida. Porque así de amplio es el espectro sensitivo que aborda cada tema de este segundo trabajo de la formación -nacida en 2016 como iniciativa paralela a los proyectos musicales de sus integrantes iniciales: Prealba, Marfilia, Lynejami y Panoptia-, cuyo estilo, debido a la gestación del mismo durante el confinamiento vivido no hace muchos meses, refleja un “aire oscuro y orgánico”.
¿Oscuro, orgánico y ensoñador? Tal cual. ¿Acaso no va de esto el dreampop? El de Satélite menor sí, y eso es lo que engancha de esta banda, su interacción con los conceptos que plantea y su camino sonoro hacia la búsqueda de distintas formas de análisis que nos lleven a lograr un balance, una conclusión, un equilibrio que bascula entre lo particular y lo general, con ritmos envolventes pero voces incisivas, como bien puede comprobarse en su arranque -con la inaugural Maisaje (contradicción)-, en su segundo acto -un camino más alegre, eso es lo que presenta La distancia nos hizo bien-, en la tercera parada -la susurrante Los detalles desaparecen-, en su cuarta y quinta estación -respectivamente ocupadas por la dulcemente arpegiada Resistiremos y la sampleada Albur sentimental- y en el sexto y séptimo escalón, que constituyen un fin de trayecto movidito, con variaciones graduales en Cayendo lento y pacíficos pases en Abrigo (calma).
No hay recodo que no se explore en este despliegue emocional y en todo el resplandor sonoro -paradójico, teniendo en cuenta el halo internamente oscuro- que logran conseguir estos jóvenes con su juego de voces, guitarras, teclados y sintetizadores, elementos que se lucen a la perfección gracias a la producción de Daniel Quiñones y Mynneza Morales, y a la masterización de Aldo Gilardi de Hitmakersmasteringesta.
Una combinación artística que cumple con lo que propone y que, por si fuera poco, se refuerza desde el propio envoltorio que le confiere el diseño de Daniel Quiñones en su portada, donde un árbol de potentes colores y buen contraste representa los sistemas que se entrecruzan para conectarnos con el presente.
