Un amor cualquiera de Jane Smiley.
por Vanessa Díez Tarí.
Todo se repite. Aunque pienses que tus errores son sólo tuyos. Aunque pase el tiempo y los niños crezcan. Nunca pensaste qué pasó cuando desapareciste de su vida, pues para ti todo se detuvo. Fue como una explosión y quedó en ruinas aquella vida que fue. Jamás te recuperaste. Viviste sólo para ti, no sanaste la herida. En cambio el ultrajado pagó su desidia a diestro y siniestro. Además volvió a casarse y tuvo otros hijos. En cambio tú detuviste tu vida.
Jane Smiley hace sencillo lo complejo. Nos habla de sentimientos entre una madre y sus hijos. Saca a la luz los silencios, lo oculto, lo que no se dijo. Ella fue infiel y pagó caro el error pues él huyó con sus cinco hijos. Ella perdió el contacto con la realidad, su equilibrio y casi su cordura. Ahora tras veinte años parece que aquello quedó atrás cuando ve a sus hijos en casa, ya adultos. Con los años los fue recuperando. Aunque aquél golpe quedó en lo más hondo y nunca reconoció cómo se había sentido. Sus hijos no supieron por su boca lo sucedido.
Tras la vuelta de uno de sus hijos de la India se reúnen. En su casa tendrá a una de sus hijas y a los gemelos. Terminarán revelándose los traumas del pasado. Tanto ella como ellos dejarán salir el dolor. Nunca podemos saber cómo afecta a los demás lo que hemos hecho. Callar lo que sentimos no detiene los acontecimientos. El dolor permanece si no somos sinceros con los demás y con nosotros mismos. Sobrevivir la batalla de un divorcio y poder revelar qué pasó.
Jane Smiley en «La Edad del desconsuelo» ya nos hablaba de los entresijos de un matrimonio, qué siente ella, qué siente él, si ella puede tener o no un amante, si abandonará al marido, si volverá a la cabaña con ellos y después a casa. Veíamos en mayor medida la parte emocional de él. En «Un amor cualquiera» nos metemos en el ovillo emocional de ella. Aunque fue ella quien dio el paso para que todo terminara no midió las consecuencias para sus hijos, arrebatarle un año con los niños fue un golpe demasiado amargo que ninguna aventura pudo reponer, ni la de ese momento ni las posibles posteriores, pues ella ya no fue capaz de confiar en otro hombre. Aquel detonante la mantuvo en el limbo emocional, tan sólo se aisló en una casa apartada del mundo donde permanecer tranquila sin ataduras ni dolor que soportar.
Ahora cuando se cumplen veinte años de aquella ruptura como familia son capaces de dejar salir parte de lo reprimido. Ni ella ni ellos habían llenado aquel vacío. Tan sólo pudieron sobrevivir. Después nos iremos dando cuenta que aunque no se hablen estas cosas no se pueden ocultar pues vuelven a suceder y el dolor se repite. Huir de la herida no la hace desaparecer. Afrontar aquello que sucedió y dejar correr las lágrimas para poder avanzar.
No dejéis pasar la oportunidad de acercaros a esta autora sus novelas cortas son golpes certeros de franqueza. Abre la caja de Pandora de todo aquello que quedó guardado. Además la imagen de portada de Julie Blackmon es una deliciosa recreación.