Una niña en camino de Raduan Nassar
por J. L. Romero González
«… cree que la radio puede funcionar también al revés, que puede llevar a otras partes la voz de la gente…» (De «Una niña…»)
La radio de lámparas nos unía con un mundo inmensamente desconocido. Ni mi padre ni yo habíamos salido de España. Éramos los lectores de la casa.
A ésta, llena de Soledad, llegó Gabriel,un día a las 12. 00, a anunciarnos sus «Cien años …». La titulaba con minúscula pero nuestras generaciones de mujeres fuertes las escribíamos, escribimos y escribiremos con letras capitales.
En verdad, el primero que nos llegó desde Sudamérica fue un tal Vargas Llosa con «La ciudad y los perros» en los años que los animales y la mayoría de sus dueños no teníamos ni sombra por famélicos.
A las 2.45, vino para quedarse José Donoso con su «Obsceno pájaro de la noche». Tan oscuro fue su momento de llegada como su libro porque no desperté de la realidad de lo soñado ni dormí soñando lo no vivido.
Juan Rulfo y su finado «Pedro Páramo» lo harían el uno de noviembre con el encendido de nuestras lamparillas votivas sobre el aceite desechado de freír. Así – con el olor a pimientos- los que ya marcharon recordaban lo que aquí apresuradamente dejaron y reutilizábamos el racionado oro verde.
Con cada visitante, mi padre levantaba su cabeza de la columna de Emilio Romero en el diario Pueblo preguntándome de dónde venían y qué decían. La primera tenía contestación inmediata; la segunda…
«… <<… hay un cedazo de un tamaño inimaginable y quien lo maneja nos mueve como quiere, pero hay momentos en que todo está normal>>, y yo ya le he dicho que no hace falta que me lo diga… » (De «Crisantemos»)
Raduan Nassar es brasileño de origen libanés. «Del otro lado del Atlántico», le hubiera indicado a mi progenitor porque conocía Cádiz del viaje de novios con Soledad. Su merecido Premio Camōes, avala su creación indómita y poco prolija.
La obra «Una niña en camino» es una colección de cuentos publicados del 1997 al 2016. Entre ambas fechas,ocurrió su abandono de la literatura y la vida pública refugiándose en su granja y en la agricultura. Algo frecuente entre genios…
La narración que da título a la obra nos lleva tras los pasos de una niña descalza, captando por sus ojos la crudeza de una zona rural depauperada,… «La mano izquierda lleva las riendas, la derecha sujeta el pequeño ataúd blanco, adornado de una cenefa plateada que lleva bajo el brazo». Un mundo de desamor, frustración y, de nuevo, de soledad.
» << Ve a bañarte, anda. Hoy no es día de cambiar la toalla, que lo sepas>>» (De «El viejo»).
Quizás cuando nuestros ojos son más opacos es cuando vemos las cosas – y captamos los sentimientos- con más claridad aunque rodeados del clima silencioso que nos va convirtiendo en fantasmas para los demás.
Nassar, a sus más de ochenta años, así lo sabe y lo describe: » Durante mucho tiempo he cultivado una convicción: la mayor aventura humana es decir lo que se piensa» (De «Manitas de seda»). Coincido con él y he disfrutado con su obra breve, poderosa y deslumbrante, como un rayo.