Aves migratorias de Marianne Fredriksson.
por Rubén Olivares
Escritora de tardía vocación – su primera novela la entregó a imprenta con cincuenta y tres años -, tuvo que esperar diecisiete años más para ser reconocida como tal, marcando un estilo muy personal del que podemos disfrutar en todas sus novelas, caracterizado por la facilidad de ésta para reflejar la complejidad de las relaciones humanas mediante una escritura en apariencia sencilla, pero cargada de poesía, en la que no abandona el realismo, cargada de sinceridad y una profunda sensibilidad hacia sus personajes y las situaciones vividas por éstos. Quizás el mayor exponente del “estilo frediksson” sea su novela “Las hijas de Hanna”, aunque en esta ocasión os proponemos acercaros a esta escritora sueca a través de otra de sus novelas “Aves migratorias”, un libro simple, cargado de emotividad, lírica y un profundo carácter humanista, con una acción conmovedora que transcurre de manera pausada.
De la mano de Frediksson conoceremos la historia de dos mujeres, en apariencia opuestas, que entrecruzan sus caminos en un invernadero sueco movidas por su pasión por la jardinería y las plantas. Las dos son separadas y pronto empezarán a descubrir que las plantas y su condición de mujeres de nuevo solteras no son lo único que comparten. A lo largo de la novela, ambas entretejen una telaraña de amistad y encuentros a través de los cuales irán desgranando sus recuerdos, demonios y fantasmas personales bajo un frío, gélido invierno sueco. Un clima de oscuridad en el que se refleja aquella otra oscuridad que dormita en el corazón de las dos amigas, con caracteres aparentemente opuestos. Por un lado, la racional y fría Inge y por otro, la temperamental y exiliada Mira, quién ha sobrevivido a dos grandes dictaduras que la sofocaban: la de Pinochet y la de su matrimonio, donde jugaba el papel de mujer sumisa. En apariencia nada une a ambas mujeres, pero de su encuentro en aquel invernadero irá brotando una semilla de amistad que, a medida que se asienta, obra el milagro redentor de liberar a ambas amigas de aquellos recuerdos y experiencias del pasado que les marcaron atrozmente y que dormitaban en su interior, lo que les permitirá bucear en su interior para descubrir realmente la esencia de ambas.
La relación de las dos con sus hijas e hijos, el papel de los ex-maridos, el choque cultural que supone contraponer dos mundos separados no sólo por un océano, sino por un muro de creencias y visiones contradictorias, muro que ambas levantan inicialmente para proteger su intimidad y el proceso de mutuo acuerdo para abrir brechas en él y dejar que los recuerdos emerjan, liberando amenazas que permanecían ocultas pero que necesitaban salir para curar las heridas latentes, son parte de los hilos con los que Frediksson teje esta historia en la que el lector acaba sumergiéndose plácidamente. Escrito con mesura y meticulosidad, Frediksson entrelaza los hilos del presente entre ambas mujeres – desde el verano en Gotemburgo donde ambas familias comparten mesa, los viajes a Londres de las hijas de Inge y a Chile de los hijos de Mira en busca de las raíces y el origen de traumas familiares que permanecían ocultos – con los trazos de un pasado que han tratado de sepultar en una montaña de olvido hasta que la relación entre ambas, inocentemente, irá haciendo que resurjan para avivar las llamas de un intenso fuego que, como en una hecatombe clásica, consuma los traumas y terribles experiencias que las marcaron. La amistad y el amor incondicional entre las dos mujeres ponen al descubierto la vulnerabilidad que todos tenemos como seres humanos y la capacidad de sanación que el apoyo incondicional nos aporta.
“Aves migratorias” es una novela que ahonda con profundidad en lo íntimo y en la conciencia social que marca especialmente a las mujeres. Su autora es capaz de convertir algo en apariencia trivial y común, como es la amistad entre dos mujeres, en el relato de un viaje hacia la intimidad y la conciencia de sus personajes para revelarnos la importancia que la amistad tiene.
