Cuando brillan las estrellas, de Victoria Jamieson
y Omar Mohamed.
por Lara Vesga
Cuánto me hubiera gustado que «Cuando brillan las estrellas» hubiera caído en mis manos cuando era una niña. Entendedme, ha sido una delicia disfrutarlo como adulta, pero a mí me hubiera encantado que alguien me hubiera explicado, así, en este formato de novela gráfica, una historia que es a su vez miles, millones de historias. Una narración inspiradora sobre qué es eso de los campos de refugiados que me hubiese ayudado a empezar a entender muchas cosas que no entendía al ver los telediarios. Un libro necesario que todo joven debería leer.
«Cuando brillan las estrellas» es la historia de Omar y su hermano Hassán. Está basada en hechos reales y cuenta cómo cuando solo eran unos niños tuvieron que abandonar su pueblo de Somalia para acabar en el campo de refugiados de la ONU de Dadaab, en Kenia. Este lugar, teóricamente de paso, se acabó convirtiendo en su hogar durante muchos años, y, de forma insospechada, en un trampolín hacia un nuevo y esperanzador futuro.
Es toda una experiencia lectora adentrarse en la vida cotidiana de dos niños refugiados a través de esta novela gráfica. La eterna espera de algo mejor, la ilusión por cualquier pequeño recurso que un campo de refugiados cada vez más atestado de gente puede ofrecerles, el amor de la comunidad que les rodea y ayuda, los amigos, la ilusión por la oportunidad que representa el poder ir a la escuela y saciar el hambre de saber, el temor por el futuro.
Victoria Jamieson vio la oportunidad de elaborar este proyecto cuando conoció la experiencia de Omar Mohamed en el campo de refugiados de Dadaab. Con los recuerdos de la infancia de Omar, la autora fue tejiendo este precioso libro que remueve conciencias, inspira y es un chute de esperanza. «Cuando brillan las estrellas» tamiza sin edulcorar una situación que es harto difícil explicar y entender y que pese a prolongarse tanto en el tiempo es algo bastante desconocido más allá de las fronteras de África. No es algo a lo que la prensa dé excesivo bombo, ni mucho menos algo que se estudie en los colegios e institutos. Y sin embargo ahí están y cada vez son más los refugiados.
Muchas de sus historias, escuchadas por la autora, se vuelcan en esta novela gráfica que no mira hacia otro lado ni tiene miedo de meterse en jardines, sino que ansía ser leída, disfrutada y, sobre todo, entendida, por unos lectores en los que persigue generar un cambio que ayude a mejorar el mundo.