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Minari. Historia de mi familia de Lee Isaac Chung. 

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por Rubén Olivares

Ambientada durante la era de Reagan, Minari recrea la vida de una familia de inmigrantes coreanos que han llegado a Estados Unidos atraídos por el sueño americano. El padre y cabeza de familia ha arrastrado al resto de miembros hasta Arkansas, donde ha invertido los ahorros que durante años ha conseguido trabajando como sexador de pollos en un terreno que espera convertir en una próspera granja al más puro estilo estadounidense, Mientras logra su propósito, él y su mujer alternarán el trabajo en la granja y el cuidado de sus hijos con su trabajo de sexadores de pollo en una fábrica cercana. La película, como admite su director y guionista, Lee Isaac Chung, tiene un fuerte componente autobiográfico, dado que recrea los recuerdos de su infancia en la propia aventura inmigrante de su familia, sus recuerdos de las rutinas del día a día en un nuevo país, las discusiones y dudas de sus padres en tierra extranjera y la sensación de ser eternamente unos recién llegados que les hacían sentir las costumbres locales de una pequeña comunidad de los Estados Unidos más profundos. Ellos se convierten en náufragos en una isla en la que no tienen más referencias que su pasado y ellos mismos, rodeados de extraños nativos que los miran con curiosidad, aunque siempre se muestran dispuestos a prestarles una mano.

Todo el relato transcurre con relativa normalidad, siendo una historia prototipo de inmigrantes que se han asentado en un nuevo país y están asimilando su futuro en una nueva comunidad, hasta que hace irrupción la abuela materna. Esta irrumpe en sus vidas como un extraterrestre, alguien a quien el pequeño David nunca ha visto y que chocará inevitablemente con el pequeño que absorbe con intensidad, como su hermana, las costumbres estadounidenses. A partir de este punto toda la historia girará en torno a la relación que el pequeño David de 7 años, enfermo por un soplo en el corazón, mantiene con la anciana, cogiendo intensidad y convirtiéndose en un relato que mezcla el humor con el amor. La abuela es un ser desconocido, con costumbres y hábitos extraños y extremadamente desagradables para los ojos de su joven nieto, quien rechaza los intentos de ésta por traerles de nuevo las raíces coreanas que ambos nietos han perdido. El papel de la abuela cobra un aire onírico, convirtiéndolo en un personaje enternecedor, que acaba aderezando las vidas de todos los integrantes de la familia, chocando de frente con la crudeza de los padres de David que van viendo como poco a poco sus sueños se desvanecen, al tiempo que lo hace su relación. El minari, planta que da título a la película, es una planta que se utiliza para condimentar todo tipo de platos coreanos, una especie de perejil asiático, todoterreno que combina con todo y que recuerda a la familia las raíces que han dejado atrás. Una planta capaz de adaptarse al nuevo ambiente en el que vive la familia y que acaba arraigando con fuerza, recordándoles a esta familia de inmigrantes la importancia de no olvidar sus raíces para prosperar en tierra extranjera.

Es una película conmovedora, que remueve sentimientos entre aquellos que hemos dicho adiós a nuestros abuelos mientras disfrutamos de la peculiar relación que se establece entre el pequeño protagonista y su abuela. Pero además tiene un trasfondo social, centrado en los sueños y los problemas de esta familia que pone de relieve los problemas por los que todo inmigrante debe superar, sin caer en el drama del choque cultural y la asimilación cultural ni otros aspectos dramáticos del desarraigo que genera la inmigración, al tiempo que disfrutamos de momentos cómicos que nos arrancarán una sonrisa. Una película sencilla, con humor, emotiva, que no sensiblera, que nos muestra el día a día de unos inmigrantes que luchan por sobrevivir en una tierra extranjera.

Minari
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