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¡Qué Absurdo! La curiosa historia de Edward Gorey. Escrita por Lori Montersen e Ilustrada por Chloe Bristol.

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por Ana Olivares

En este libro ilustrado encontrarás la biografía de uno de los mejores y más brillantes ilustradores del siglo XX. Una absurda historia vital desde sus inicios en su más tierna infancia, hasta su etapa adulta y consolidación de su obra. Además de una bibliografía que nos permite acercarnos más a este personaje inigualable y a su prolífico legado artístico-literario que todos deberíamos conocer. Aunque según nos cuenta Lori Montersen, le encantaba crear anagramas con su nombre para crear diferentes pseudónimos con los que publicar sus más de cien obras; quizá incluso todavía haya algunos títulos por descubrir…

Arropado por su enorme abrigo de piel, con sus manos repletas de anillos y sus zapatillas converse, la estética que lucía ya anunciaba al genio creativo que anidaba en él. Desde su infancia, con tan sólo dos años comenzó a esbozar los primeros trazos y a devorar todos los libros que tenía en casa – vivió con sus padres hasta en 12 casas distintas-.

Niño prodigio y autodidacta, leyó la obra íntegra de Víctor Hugo, los clásicos grecolatinos, tratados de filosofía, poesía, teatro, clásicos…etc.

Tras su paso obligatorio por el ejército, que consideró horrible, se matriculó en Harvard donde se relacionó con otros poetas y escritores como él. En 1953 se mudó a New York, donde trabajó en el departamento de arte de una gran editorial. Pero cuando decidió publicar sus cuentos las editoriales lo rechazaron, por lo que fundó su propia editorial  Fantod Press, y sus obras comenzaron a conocerse. «Nadie había visto libros como los de Edwuard hasta entonces» .

Amante del ballet y del arte; los gatos y los libros lo hacían feliz. Tenía una cultura infinita, una curiosidad insaciable que fue el motor de su imaginación, para dejar plasmados en hojas siempre con trazos en blanco y negro todo aquello que su privilegiada mente fue capaz de concebir siempre siendo fiel a un estilo propio e inigualable. Se hizo famoso gracias a su originalidad y su pasión creativa, con un humor negro, macabro y escabroso cargado de surrealismo. Y es que sus historias se acrecientan gracias a las imágenes que las acompañan, que son las que nos sugestionan con sus detalles, dentro de lo cotidiano mostrado cómo algo inquietante o peligroso, que nos manifiesta cómo una especie de lado oscuro. Lejos de eso, fue capaz de asimilar tantas influencias que sacó de la propia cultura en sí su pasión creativa, logrando un estilo propio, único y de lo más singular. Lo más relevante, es que Edward Gorey escribía e ilustraba historias para incomodar a los lectores, ya que si no, la vida sería de lo más aburrida.

Una mente brillante que a su vez, ha inspirado a cientos de artistas con esa especie de estilo gótico clásico dónde los cementerios, casas encantadas o los lugares lúgubres en general servían de escenario para personajes con destinos desdichadamente caprichosos;  que sufren hechos perturbadores o terriblemente absurdos, y por tanto, desconcertantes y divertidos al mismo tiempo. Historias hilarantes y siniestras que anidarán en nosotros, las hayamos leído de niños o de adultos, echarán raíces en nuestro subconsciente.  

Un libro absurdamente divertido que nos presenta la vida de uno de los artistas más curiosos del siglo XX.

A continuación comentamos algunas obras de Gorey, que de seguro se convertirá en un autor fetiche en vuestra librería.

El Huésped Dudoso (1957)…Cuando en alguna furiosa noche de invierno oiga sonar el timbre, no acuda a la puerta y apague la luz… Así nos advertía el narrador de ese invitado por sorpresa en forma de pingüino y con bufanda de rallas.  En El Curioso Sofá (1961), que publicó bajo el seudónimo de Ogdred Weary, es una parodia de los tópicos de la literatura pornográfica, con un inquietante sofá cómo argamasa de un mundo deliciosamente perverso y satírico; y sin embargo, no existe ningún dibujo que represente sexo, por lo que se trataba de sugestión, tanta que acabó siendo una lectura casi prohibida, debido a la mentalidad de la época. Ese mismo año publicó La Niña Desdichada (1961), la trágica vida de Charlotte Sophia, una niña a la que le arrancarán las piernas y los brazos a manos de sus compañeras de orfanato. Aun así sobrevive animada por su fuerza infantil para continuar sufriendo… ¿A qué es descabelladamente estremecedor? Como su obra maestra, Los Pequeños Macabros (1963), un abecedario de 26 destinos trágicos protagonizados por niños. Y es que les encanta someterlos a las mayores perrerías que se pueda imaginar por la vulnerabilidad que demuestran… ¿Y por qué? Por qué a Gorey le encantaba recrearse en las historias de miedo y a la vez, nos mostraba una visión diferente, totalmente opuesta a lo que nuestras mentes “racionales” podrían atisbar. Y es que este ilustre ilustrador, válgame la redundancia, nunca dejó de lado sus pasiones, cómo lo fue el ballet, por lo que El Murciélago Dorado (1967), es un homenaje que presenta la transformación de Maudine Splaytoe en Mirella Splatova, primera bailarina, su ascenso a la fama y su terrible final. Esto es sólo un aperitivo de las obras de Gorey, pero nos sirve para abrir boca a sus futuros lectores.  

Finalmente colgó sus abrigos de piel y se hizo defensor de los derechos de los animales. En 1979 compró una casa de doscientos años en Cape Cod, que había pertenecido a un capitán de barco. La llamó Casa Elefante  y se instaló con su familia de gatos, sus más de 25.000 libros y sus colecciones de todo tipo de objetos. Murió en 2000, y su casa fue convertida en museo. 

Que absurdo
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