Yoga de Emmanuel Carrère.
por José L. Romero León
No es una novela de Carrère como intuyo nos gustaría que fuera. No lo es porque ni siquiera es una novela al uso, al menos no es una novela de ficción. Busca un ejemplo de honestidad al no tener que crear personajes de ficción narrados por dios omniscientes. Es él, su práctica del Yoga, sus amigos y sus miedos. sus mierdas, si se me permite la palabra. Es lo que le rodea: la muerte de su amigo y periodista Bernard Maris, una depresión que acaba en un hospital, es sus clases de yoga en diferentes retiros, es y son sus vidas. Te lo cuenta a ti, con lo que eso supone. Estructura desordenada, como una charla informal. Repeticiones, y casi contradicciones. Definiciones de andar por casa del amor, del yoga, una lenta escena de amor en un hotel… Te cuenta, como confidente, que se retira para reducir su ego, mientras escribe desde un yo literario absoluto, tanto que puede parecer un diario.
Permíteme que te cuente brevemente sobre sus dos anteriores leídos porque me sirven para entender este Yoga: El adversario y El Reino. En el adversario el 9 de enero de 1993 es un día cualquiera, uno más. Pero fue el elegido por Jean-Claude Romand para acabar con la vida de su mujer, sus hijos y sus padres. También intentó suicidarse. Sin éxito. No era un reputado médico, de hecho no era nada, de ser algo sería un impostor, su propio adversario. Aún hablar en primera persona sigue siendo objetivo, aún en primera persona aunque lo hayas vivido tú se convierte en ficción. Una especie de paradoja ficticia leo que lo llaman. ️ Capote con su «A Sangre fría» quiere distancia, quiere un ejercicio puro de periodismo, como si fuera una noticia que es tan larga de contar que necesita un libro entero. Pero miente e inventa escenas. Distorsiona y manipula. Carèrre habla desde el yo, de lo que uno sabe, se autolimita al no ser omnipresente. Pero suena más sincero, más crudo, más personal y verosímil. Verosimilitud, esa es la clave. ¿Cómo se verá a sí mismo? “Mentir durante 20 años da un vértigo increíble, mucho mayor que matar a toda su familia, algo terrible pero más común”. Es la mentira lo que le seduce para hacerlo un personaje, que se mete dentro que usa el yo narrador para meterse en su historia. Se lo leo en una entrevista y dudo si ahora es él el adversario: «la línea entre la ficción y las mentiras está difuminada». En El Reino su mayor preocupación era entender sus propios orígenes como cristiano, una etapa breve en la que intentaba responderse a sí mismo por qué había que elegir creer. Se lo leo en una entrevista y dudo si ahora intenta entender la razón de practicar Yoga, como antes intentó buscar la razón de ser cristiano: «Lo que le permite a uno mantenerse a flote es estar consciente de que todas las etapas son transitorias». Y con eso me quedo, que son etapas, y, que el yoga, también pasará. Ahora que el adversario se encuentra en un monasterio en silencio, sólo nos queda imaginar si se pondrá en contacto con el autor.
