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La joven y el mar de Catherine Meurisse

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por Rubén J. Olivares

La joven y el mar de Catherine Meurisse

La joven y el mar de Catherine Meurisse

Escribir sobre Catherine Meurisse es hacerlo sobre una de las autoras de cómic con más proyección de la actualidad. El trabajo de Meurisse habla por sí sólo y quienes tengan afición por el cómic y las novelas ilustradas la conocerán de sobra. Superviviente del trágico atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo – llegaba con retraso a la oficina, lo que la libró de ser asesinada -, supo reconducir esta traumática experiencia a través de lo que mejor se le da: el cómic, dando forma a través de “La levedad” a tan amarga experiencia mediante la construcción de un diario íntimo y fascinante, al que siguió “Los grandes espacios”, ambas obras editadas por Impedimenta como “La joven y el mar”.

En sus obras descubrimos a una autora valiente, lúcida y con un gran sentido del humor – doy fe de ello, que he sido objeto de miradas furtivas mientras viajaba en el tren y leía “La joven y el mar” al dejar escapar alguna que otra sonora carcajada –, quien a través de sus propias experiencias nos invita a reflexionar sobre la importancia de la belleza y el arte en nuestras vidas, pero también sobre el contraste entre la naturaleza y nuestra ajetreada vida.

Abrir las páginas de este libro es adentrarse en un mundo dominado por los tonos pastel y ese estilo tan particular que la escuela francesa del cómic independiente ha sabido plasmar a través de la editorial L’Association desde su creación en 1990 y que supo revitalizar el cómic francés, convirtiéndolo en un referente internacional. Quizás Meurisse no sea la gran representante de este estilo, como lo son Sfar y Blain, pero si destaca por méritos propios y demuestra su maestría a la hora de narrar historias divertidas no exentas de una profunda belleza, un tono melancólico de añoranza por tiempos más simples y una profunda reflexión filosófica que impregna toda la historia. Y por si esto no les parece suficiente les recuerdo que “La joven y el mar” tiene como trasfondo Japón, su cultura y sus paisajes, un país con una tradición artística que conmovió y fascinó a partes iguales a innumerables artistas occidentales que quedaron fascinados por sus obras de arte del estilo ukiyo-e y que aún hoy nos sigue atrapando – ¿acaso alguien no conoce “La gran ola de Kanagawa” de Katsushika Hokusai? -.

En “La joven y el mar”, como en otras obras de su autora, prima una grácil sensación de melancolía que domina toda la historia, además de un particular humor muy personal dirigido a un público adulto – porque este es un libro para adultos, no porque tenga altas dosis de contenido sexual o por que emplee un lenguaje soez, sino porque está profundamente cargado de reflexiones filosóficas que exigen madurez para poder captar en su esencia el sentido de esta historia – que busca emocionar al lector a través de unos paisajes dibujados con maestría que nos transportan a una villa japonesa en la que el tiempo parece haberse detenido, por los que circulan personajes que transitan entre la ficción y el realismo con una pasmosa naturalidad. Este libro es el resultado de las vivencias que Meurisse experimentó durante su retiro en Villa Kujoyama, un pequeño poblado para artistas ubicado en plena naturaleza, pensado para inspirar a sus huéspedes y que, en el caso de Meurisse, logró su objetivo, logrando la necesitada catarsis y superación de los traumas que vivió tras su paso por Charlie Hebdo, dando forma a uno de sus mejores trabajos tras “La levedad”. Esta obra convierte a  Meurisse en un referente del cómic europeo, tan denostado en ocasiones por considerarse un arte dirigido a jóvenes, en la que demuestra que se pueden elaborar preciosas obras ilustradas dirigidas a un público adulto. Esperemos que siga creando nuevas obras y ofreciéndonos tan gratos momentos de diversión, tanto por su particular humor, como por la belleza de sus ilustraciones y las reflexiones filosóficas con las que riega sus diálogos.

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