La luz después de la guerra de Anita Abriel.
por Lara Vesga
Visité Auschwitz hace poco más de un año y desde entonces los libros que he leído sobre el Holocausto han tenido un mayor significado para mí. En la historia que se narra en «La luz después de la guerra» dos amigas saltan de un tren con dirección a este campo de concentración y con ello salvan sus vidas cuando estaban a punto de llegar al matadero. No queda mucho para el final de la Segunda Guerra Mundial, pero precisamente por ello las cámaras de gas de los nazis funcionan a pleno rendimiento. Vera Frankel y Edith Ban pasan lo que queda de la contienda escondidas en una granja austríaca y no es hasta 1946 cuando hallan en Nápoles la ciudad donde comenzar una nueva vida.
Gracias a la intermediación de un oficial al que conoció de rebote, Vera consigue un trabajo como secretaria en la embajada estadounidense, donde conocerá al capitán Anton Wight, del que acabará enamorándose. Sin embargo, los demonios personales, las circunstancias y las consecuencias de la guerra harán que sus caminos se separen demasiado pronto y Vera tendrá que volver a reconstruir su vida, esta vez en América.
La escritora australiana Anita Abriel traza en «La luz después de la guerra» un relato de amistad, amor y supervivencia basado en la historia real de su propia madre y sus abuelos maternos, judíos supervivientes del Holocausto. Pese al sufrimiento, los traumas y las pérdidas, la novela señala que la única dirección posible en la vida es continuar hacia adelante y consigue hacer un evocador homenaje a todos aquellos que pudieron salir del infierno, se levantaron y tuvieron el coraje suficiente para, pese a todo el horror vivido, perseguir sus sueños.
Abriel pone diferentes escenarios para el desarrollo de esta historia de amistad femenina. Desde Italia hasta Venezuela, pasando por EEUU y Australia, la novela reivindica las segundas, terceras, cuartas… oportunidades de una forma ágil, inspiradora y, sin duda, memorable.