La muerte es mi oficio de Robert Merle.
por José Luis Sola
El responsable de Auschwitz nos abre las puertas del campo.
No existen suficientes palabras en el diccionario que nos puedan permitir definir con meridiana claridad la poca calidad humana del tal Lang. Éste es sin duda una duda de los responsables, y culpables, del exterminio que sufrió el pueblo judío durante el III Reich.
La solución final que en este libro se detalla es abominable, despreciable y repugnante. Los generales que fueron llevados a los tribunales no fueron ni siquiera capaces de arrepentirse de las atrocidades cometidas en los campos de concentración. Se escudaron en el hecho de que estaban cumpliendo la norma de un superior, pero jamás se cuestionaron si era una orden justa, correcta y buena, lo que denota la bajeza moral y crueldad de esas personas.
Este libro cayó en mis manos durante la última semana de febrero, cuando Rusia comenzó a lanzar bombas indiscriminadamente sobre Ucrania, y algunos de los pasajes dan auténtico terror por su atemporalidad.
Incendiamos los pueblos, robamos las granjas, talamos los árboles, no hicimos distinción alguna, entre hombres y mujeres, entre adultos y niños: todo lo que fuera letón tenía que morir.
Son todas las guerras iguales, podemos sustituir letón por ucraniano, sirio y no deja de ser una aberración y suponen un genocidio indiscriminado de la población civil.
La tercera guerra mundial cada día está más cerca y nuevamente, por desgracia, tendrá su foco puesto en la refinada Europa. Los regímenes totalitarios siempre entran en nuestra mente de forma sigilosa, culpando a un colectivo (judíos, musulmanes, tártaros, personas LGTBI, mujeres feministas…), hablando de antiguas gestas y un mejor pasado y un mecanismo de propaganda muy eficaz, cuando reaccionemos será demasiado tarde y la destrucción de las democracias y los sistemas liberales será un hecho.
Las democracias, ese gran invento griego, en el que todos podemos ser un poco más libres, iguales en derechos y oportunidades está siempre en riesgo. ¿Cuál es el miedo a la Democracia a los partidos extremistas y antisistema?, ¿y cuál es el miedo de la democracia a enfrentarse a los partidos y a los regímenes autoritarios?
En 1939 Hitler ocupó Polonia por la falta de determinación de los países occidentales que no reaccionaron a la adhesión de Austria o de los Sudetes (en la antigua Checoslovaquia). En 2014, Europa enmudeció por la anexión de Crimea por parte de Putin y también se quedaron callados en la intervención militar del Donbass. ¿Llegamos tarde de nuevo?
¿Qué hemos de hacer a nivel internacional?, ¿y a nivel nacional?, ¿es justificable la censura de medios que ataquen la libertad de expresión o la libertad de prensa?, ¿hasta qué nivel pueden las democracias luchar contra la desinformación?, ¿es posible limitar las redes sociales para luchar contra las paparruchas?, ¿estamos dispuestos a pagar las materias primas para defender nuestra libertad?, ¿por qué no cerramos el grifo del gas y del petróleo ruso?, ¿por qué Alemania no puede asumir un poco de déficit para no depender de Rusia? Verdaderamente, no hemos aprendido nada de nuestro pasado y nos vemos abocado a repetirlo de nuevo, ¿quién será ahora el chivo expiatorio de todos los males?
*La muerte es mi oficio» es una obra del escritor francés, ya fallecido, Robert Merle y que vivió de primera mano los desvaríos del ejército alemán al ser apresado por éste en la batalla de Dunkerque.