LA PARTICULAR MEMORIA DE ROSA MASUR de VLADIMIR VERTLIB
por Javier Velasco Martín
‘Da igual donde pase los últimos meses o años de mi vida. Cuando esté muerta, no tendrá importancia que los cadáveres que descansen a mi lado sean judíos, antisemitas, alemanes o nacionalistas rusos. Los gusanos se darán un festín sin hacer distingos de quién es quién’.
Con motivo de la celebración del 750 aniversario de la ciudad de Gigricht, en Alemania, se programan un conjunto de eventos y se encargan una serie de publicaciones de gran relevancia a fin de conmemorar la festividad por todo lo alto y ofrecer a sus ciudadanos la mejor de las celebraciones.
La particular Rosa Masur, que aterrizó en Gigricht justamente 6 meses atrás con su hijo Kóstic y su nuera Frieda, decide colaborar en la edición de un libro conmemorativo, ‘Extranjera patria. Patria en el extranjero’. El fin de esta publicación era el de fomentar la comprensión y homenajear a todos los inmigrantes de la ciudad, para el cual participaría una persona en representación de todas y cada una de las minorías que viven en Gigricht: un kurdo, un croata, un albanokosovar o un chino. Y, dentro de estas minorías, está la que representa Rosa: una judía rusa.
La condición era clara: tener una historia impactante que refleje todo lo vivido de una manera particular con un atisbo de esperanza, lucha y supervivencia en cuanto a lo acontecido años atrás y, para ello, Rosa tenía la historia perfecta.
Y es aquí donde comienza todo. La participación en el proyecto le servirá a Rosa para dos cosas principalmente: conseguir dinero suficiente para poder cumplir la ilusión de viajar a Aix-en-Provence con su hijo y su nuera y, sobre todo, poder dar voz a sus vivencias, homenajear su memoria y poner en alza y reconocimiento una vida que no se lo ha puesto nada fácil.
Una madre coraje, una trabajadora incansable y una mujer honesta, luchadora y valiente. Con Rosa Masur, el autor pone de relieve todos los temas que se abordan bajo este contexto socio-político que, por desgracia, tuvieron que sufrir miles de judíos. Además de la esfera histórica evidente que envuelve la novela, Vertlib nos expone de una manera totalmente magistral temas tan actuales y profundos como como el de la vejez, la maternidad, la memoria colectiva, la dignidad humana y las raíces.
Porque, aunque a veces no sea agradable ser testigo de las veces que Rosa tuvo que luchar por su hijo, las veces que tuvo que dar la cara por su hija, las veces que tuvo que pelear para conseguir mantener un mínimo de dignidad humana y lo que tuvo que pasar durante aquellos años, sí ha sido un privilegio dejarse llevar e inmiscuirse de una manera tan implícita en la historia de esta familia.
Si bien es cierto que existen infinitud de libros que traten el tema del terror de lo acontecido con los judíos de la época, este me ha llegado especialmente por su sensibilidad y su relato y, sobre todo, por haber escogido a un personaje tan carismático como Rosa Masur que se convierte, además de narradora de su propia historia, en una especie de guía que nos muestra todas las desdichas a las que tuvieron que hacer frente las familias judías de la época, aunque no todas corrieran la misma ‘suerte’.
Una obra que refleja la historia judía de la Europa del Este, y de Rusia en particular, a la vez que la más absoluta y completa complejidad a la hora de la construcción de la identidad del pueblo judío.
Nacido en pleno apogeo de la URRS en Leningrado, el autor, Vladimir Vertlib, vivió en diversas ciudades antes de instalarse definitivamente en la que es su residencia actual, Austria. Con una potente carga autobiográfica, Vertlib trata en sus novelas temas tan complejos como las raíces individuales, la identidad o el judaísmo, novelas que han sido traducidas al italiano, al checo, al esloveno y al ruso. Y ahora, de la mano de la Editorial Impedimenta y con una traducción de Richard Gross, al castellano.
Ha sido todo un honor poder acompañar a Rosa en sus no tan agradables vivencias. Vives, sufres, sientes, luchas y te emocionas con ella. Aunque el telón de fondo es una parte de la historia durísima, gracias a Vladimir por hacer que nos sintamos parte de la familia de Rosa y a ésta por hacernos partícipes de su historia.