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Nicolás Flamel de Albert Poisson

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por Rubén J. Olivares

Nicolás Flamel de Albert Poisson

Nicolás Flamel de Albert Poisson

La piedra filosofal, el elixir de la vida eterna, la panacea… la historia de la humanidad ha estado repleta de increíbles historias sobre una extraña sustancia mágica capaz de obrar todo tipo de milagros, desde trasmutar metales no nobles en metales preciosos, cual vestigio de Rey Midas, a conceder la inmortalidad. El objetivo de lograr tamaña proeza, la “gran obra”, era el trabajo de los alquimistas, sabios a medio camino entre la ciencia y la magia. Pese a ser calificada hoy como una pseudociencia, la alquimia arraigaba sus principios en procesos que la química y la física actual han demostrados como factibles, pero a un coste tan elevado que no dejan de ser una mera curiosidad científica.

El momento álgido en la búsqueda de la piedra filosofal se produjo en la Edad Media, debido a las mejoras técnicas en los procesos de fabricación del cristal y en el desarrollo a la química que los científicos y eruditos musulmanes impulsaron, mediante sus experimentos y la traducción de obras de tratados químicos griegos, conocimientos que alcanzaron a Europa durante el Renacimiento. Estos textos insuflaron la imaginación de los alquimistas, quienes leyeron en estas obras historias sobre una medicina con poderes divinos, la panacea, que se derivaba de la piedra filosofal y, no sólo curaba cualquier mal, sino que volvía al paciente inmortal.

Es en esta época donde el nombre de Nicolás Flamel cobra importancia, convertido en el alquimista más famoso de toda la historia del periodo medieval. Lo que sabemos de él se mezcla a partes iguales con la fantasía, la ficción y su verdadera historia. Se tiene constancia de que fue un escribano y librero parisino de éxito, que llegó a amasar una modesta fortuna y que, como hombre devoto y religioso, realizó diversas obras de caridad tanto en vida como tras su muerte, legando su fortuna a mejorar la vida de sus contemporáneos más pobres. Esto le convirtió en un personaje de leyenda, de quien se decía que, gracias a su condición de librero y alquimista, había logrado acceder a antiguas obras de eruditos judíos que le permitieron descifrar los secretos de la piedra filosofal, la cual empleó no sólo para hacer fortuna personal, sino para ayudar a otras personas a mejorar su situación, limitando su uso a cubrir sus necesidades personales y a mejorar las de otros. Además, se le supone haber logrado alcanzar la inmortalidad para él y su mujer, quienes habrían estado simulando su muerte a lo largo de los siglos, trasladándose puntualmente a diferentes países con distintas identidades.

Albert Poisson recoge en esta novela su biografía e historia, mezclada a partes iguales con la fantasía, la magia y la ficción, pero también la historia, logrando una biografía que engancha al lector a través de su narración, llena de detalles históricos que nos describen, no sólo la vida de Nicolás Flamel, sino los usos y costumbres de una época turbulenta y llena de supersticiones y creencias mágicas y religiosas. Seguir la vida y obra de Nicolás Flamel es sumergirse en la vida de la Francia y de la Europa medieval, en la que se desarrollaba una ciencia primordial que sentaría las bases de la moderna ciencia y que mezclaba a partes iguales el método científico del ensayo/error y la observación con las supersticiones y creencias mágicas. Nicolás Flamel se nos presenta como una suerte de alquimista que comienza sus experimentos como una mera curiosidad, pero que, gracias a los contactos y posibilidades que su trabajo como copista y librero le abren, junto a su formación académica, acaba descubriendo la obra de antiguos eruditos judíos que habrían logrado descifrar el secreto de la piedra filosofal, ocultándolo a la vista de los no iniciados mediante símbolos cabalísticos, plasmada en el libro Asch Mezareph. Esto lleva a Flamel a buscar la ayuda de eruditos judíos que puedan ayudarle a descifrar el libro, acudiendo por ello a España, donde se concentraba la mayor colonia judía del momento en Europa. Allí logrará contactar con un erudito quién, pese a su prematura muerte tras conocer a Flamel, le facilitará la interpretación de la obra, permitiéndole lograr la transmutación de metales innobles en plata y oro, facilitándole la consecución de una modesta fortuna que le permitió vivir de manera confortable y realizar numerosas obras de caridad, sin querer incrementarla empujado por la codicia, además de dotar tanto a él como a su pareja de la inmortalidad y convertirlo en leyenda, llegando a convertirse en prestamista del rey Carlos VI de Francia, quien le pidió que aportara parte del oro que obtenía mediante la transmutación a las arcas reales.

Es evidente de que esta historia no deja de ser un relato de ficción, pero lo que también es relevante es que Nicolás Flamel se convirtió en una leyenda, una figura conocida y reverenciada en gran parte de Francia, donde se le considera un erudito y un hombre piadoso que contribuyó a la riqueza y mejora de la posición política de Francia ayudando al pueblo y a la mismísima corona a mejorar su financiación. Flamel ha transcendido el ámbito histórico para convertirse en un personaje de leyenda que es referencia obligada en cualquier obra de ficción y fantasía relacionada con la magia, como en la saga de Harry Potter, donde se le menciona tanto en el primer libro, “Harry Potter y la piedra filosofal” como en la película “Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald”, así como en otras obras como “Nuestra señora de París”, de Víctor Hugo, “El péndulo de Foucault” de Umberto Eco o “El club Dumas” de Arturo Pérez Reverte y muchas otras obras.

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