Nubes flotantes ya envejecidas de Can Xue
por Rubén J. Olivares
A menudo la realidad nos resulta tan incómoda que necesitamos evadirnos de la misma adentrándonos en un mundo propio en el que mezclamos fantasía y realidad. Es por ello que la literatura no se limita nunca a ofrecernos un retrato fidedigno de la realidad, sino que nos la describe a través del prisma que cada autor/a le imprime. Y, en ocasiones, este prisma no trata de embellecer y enmascarar lo grotesco y repulsivo, sino que busca conmovernos con los aspectos más negativos. Can Xue apuesta por esto último en su novela “Nubes flotantes ya envejecidas” que constituye el crudo retrato de una sociedad en plena descomposición, marcada por el trauma de la Revolución Cultural China y los trágicos cambios que acarreó para la sociedad del país. En esta novela, alegoría de la vida bajo el régimen comunista, sus personajes se hallan sumidos en un mundo onírico pesadillesco en el que se mezcla la realidad con lo irreal; la comunidad de la novela se halla sumida en un profundo proceso de descomposición que ahonda sus raíces en lo más profundo del tejido social: deprimentes relaciones sociales sumidas en un infierno en el que los personajes son verdugos y víctimas. Los personajes de la misma están condenados, conviven en un mundo repulsivo de hedor, podredumbre y pestilencias, acosados por una naturaleza que los martiriza constantemente.
Can Xue se ha ganado a pulso ser una de las escritoras más relevantes de la actual literatura china, autora de una vasta obra experimental y vanguardista. “Nubes flotantes ya envejecidas” es una de sus primeras y más reconocidas novelas. La fortaleza de esta novela se centra en el minucioso retrato psicológico de la personalidad de sus personajes, involucrándonos página a página en una historia en la que aparentemente no sucede nada relevante, pero en la que nos vamos adentrando, tras cada capítulo, en la alterada personalidad de sus protagonistas. A través de breves fogonazos, recuerdos que emergen de la memoria de sus personajes, iremos descubriendo los sucesos más relevantes de sus vidas, lo que nos dará información sobre los traumas y comportamientos que presentan en la actualidad. Unos personajes mezquinos, dementes, que acaban contagiándonos su obsesión por el cotilleo, por espiar constantemente la vida de los demás y que nos mantendrán enganchados a esta historia hasta acabarla por completo. “Nubes flotantes ya envejecidas” logra convertir lo que en otras novelas resultaría pesado, el tono exagerado de la narración, el surrealismo de sus escenas, lo incoherente de sus diálogos y las transiciones abruptas en un acierto que nos permite distanciarnos del sufrimiento de sus personajes, de los que no podemos sentir lástima en un ningún momento.
La trama de la novela se centra en la vida de dos familias vecinas, por un lado el Viejo Kuang y su mujer, Xu Rhua y por otro Geng Shanwu, su esposa Mu Lan y su hija Fengjun. Todos ellos, además de adolecer de una enorme falta de comunicación y un modelo tóxico de relaciones personales, están marcados por sus pulsiones personales. El Viejo Kuang está obsesionado con su salud, que cree poder mantener consumiendo enormes cantidades de habas; su mujer Xu Ruhua no para de esparcir insecticida por la casa; su vecino Geng Shanwu duerme con un par de ladrillos bajo la almohada por miedo a ser atacado en plena noche. A ello hay que sumar la presencia de los suegros que, como una maligna sombra, están revoloteando alrededor de los personajes, incordiando y emponzoñando el ambiente familiar. La suegra de Mu Lan se dedica a meter cizaña en el matrimonio, dictando a su nuera como debe comportarse mediante notas anónimas que va dejando por la casa. El suegro del Viejo Kuang es un ladrón y un voyerista empedernido. Ambos personajes trastocan la imagen tradicional de respetabilidad y modelo de conducta de las generaciones ancianas frente a la juventud que la cultura tradicional china atribuye a éstos.
Pero la principal mácula que padecen los personajes de Nubes flotantes ya envejecidas y de la que participan todos los personajes que aparecen entre sus páginas es el voyerismo, el cotilleo enfermizo rayano en la delación del vecino al que se observa y que domina la novela desde el principio hasta el final. Este voyerismo es una clara alegoría al periodo histórico en el que se desarrolla la historia, bajo el asfixiante clima de denuncias que se instaló durante la Revolución Cultural China en la que, como ocurre bajo toda dictadura, nadie estaba libre de ser sospechoso de conspirar contra el régimen. Pero el espionaje al que se someten los personajes de la novela ni siquiera tiene un objetivo político, sino que se convierte en una especie de síndrome paranoico en el que todos espían a todos por una pulsión patológica de hipervigilancia y control de las vidas ajenas. Can Xue logra crear una novela ahistórica que ahonda en las miserias de una comunidad enferma de envidia y desconfianza que vive ajena a la naturaleza y que es incapaz de establecer relaciones sinceras entre sus integrantes, construyendo una alegoría que representa los peligros que acechan a aquellas comunidades que no son capaces de salvaguardar y respetar la dignidad de las personas que la integran.