El deseo de Simone Weil
por Rubén J. Olivares
¿Por qué nos parece tan actual la lectura de Simone Weil? Quizás sea porque la filósofa francesa encarna en sí el modelo de intelectual comprometida con su tiempo. Weil vivió una vida llena de emocionantes sucesos que la llevaron a morir a los 35 años, dando muestras a lo largo de su corta vida de su ingenio y capacidad reflexiva que combinó con una postura social y política valiente e involucrada en aquellas causas que consideraba justas, aunque ello supusiera involucrarse directamente en conflictos bélicos como la Guerra Civil española.
La filosofía de Simone Weil se ha erigido como una de las grandes luminarias que guían la civilización occidental, aunando en su pensamiento la inteligencia y capacidad de reflexión de una de las mentes más brillantes de la filosofía francesa del s. XX junto a su sensibilidad y compasión hacia el otro, cualidades que la convierten en una de las grandes pensadoras de los principales dilemas que dominan el sentido de la vida.
Entre las inagotables reflexiones que plasmó en sus cuadernos y que, gracias a la labor de Hermida Editores podemos disfrutar en esta edición, hallamos disgregaciones entorno a la mística, el cristianismo, especulaciones sobre geometría y filosofía grecolatina, pero también sobre teoría social y temas que preocupan tanto a la filósofa como a la mujer y el hombre de la calle: la amistad, el amor – cuya reseña podéis leer en la revista – o sobre el deseo, cuyas reflexiones se recoge en este libro “El deseo” de Simone Weil.
Para Weil, el deseo guarda en su esencia algo de divinidad a través del cual puede transformarse en una energía ascendente que impulsa a quien lo vive hacia la búsqueda de sus objetivos, hacia la necesidad de cumplir con aquello que se anhela, siendo un motor que nos mueve hacia el cambio, hacia lo que se necesita. El deseo es una fuerza pesada, ciega y desatenta que se agota tan pronto como alcanzamos aquello que queríamos poseer. El deseo en Weil forma parte de la esencia de la filosofía y del ser humano, pues el deseo nos obliga a ser responsables de aquello que deseamos y de cómo tratamos de conseguirlo, lo que nos impone la obligación de madurar.
El deseo, como indica Weil, es cerrojo y llave, una fuerza que nos impulsa a la búsqueda incesante de aquello que se anhela, un motor que nos impulsa a continuar viviendo y al mismo tiempo un recuerdo de que por mucho que vivamos y vayamos cumpliendo nuestros objetivos, nunca seremos capaces de lograr satisfacer nuestras ansías, pues los deseos son fuentes infinitas en las que, por más que bebamos, nunca conseguiremos saciar nuestra sed. El deseo que Weil nos plantea en este breve ensayo está ligado a otros conceptos clave en las reflexiones de la autora, como el amor, la libertad, el pensamiento o la desgracia, trazando a lo largo de este libro un lienzo de reflexiones que nos permiten acercarnos un poco a más al deseo que alguna vez asoma en todos nosotros: dar respuesta al sentido de la vida.
A menudo se ha planteado a Weil como una pensadora que tratara constantemente de plantear verdades eternas a los lectores que se acercan a su obra, pero ensayos de Weil como “El deseo” nos muestran que lo que la autora pretende es ofrecer al lector un sentido de la verdad sobre los conceptos que va desgranando en sus obras, el cual debe ser desvelado conjuntamente por el lector y Weil, adaptado a las circunstancias históricas que cada uno vive. Weil nos invita a realizar un viaje histórico por la filosofía y la religión de la humanidad, indagando en los conceptos que intrigan al ser humano en cualquiera de las culturas y sociedades en los que este crece, lo que convierte a ensayos como “El deseo” o “El amor” en obras imprescindibles para el lector amante de la filosofía y el ensayo.
Weil nos muestra a través de esta obra la importancia que tiene que aprendamos educar el deseo, la necesidad que se esconde tras el aprendizaje del dominio del deseo y su reorientación como fuerza que nos impulse a mejorar nuestras vidas y la sociedad, manteniendo siempre en la mente los objetivos de la verdad, el bien y la belleza como metas que deben impulsar el deseo. Una oportunidad de disfrutar de las reflexiones de una autora que logró impulsar un movimiento de renovación filosófica en Francia del que aún hoy escuchamos sus ecos, que no deberíamos dejar escapar.