El vano mundo de Leonor Antón
por Rubén J. Olivares
El lector de poesía pertenece a una especie peculiar dentro de los amantes de la literatura. Quien se acerca a la poesía lo hace con la esperanza de desvelar la historia interna de cada poema; desea sumergirse en toda su profundidad en la razón de los mismos, desvelar el cómo y el cuándo de cada uno de sus versos preferidos. El amor por la curiosidad impregna cada una de sus lecturas, quien calienta sus sentidos y le dota de cierta ansiedad lectora por querer desentrañar lo que se esconde tras cada palabra, pues el lector de poesía sabe que el poeta o la poetisa expresan más de lo que vemos en sus versos y que sólo si somos capaces de sumergirnos en cada poema lograremos profundizar en su esencia.
El lector de poesía es un lector sibarita, que no está dispuesto a dedicar su tiempo a cualquier poemario que caiga en sus manos, sino que busca aquellos que sepan hacer vibrar su corazón y le ofrezcan la recompensa que el esfuerzo de sentarse a leer poesía requiere. Hoy abundan los poetas y poetisas, se multiplican las publicaciones de antologías, proliferan los premios literarios y la pregunta que subyace siempre en el lector de poesía es si merece la pena el poemario de tal o cual autor o autora, pues abundan los poemas que lo son porque alguien decidió escribir en verso su última ocurrencia. Por fortuna tras toda esta maraña de poemarios de los que lo mejor que se puede decir es que fue una lástima el sacrificio del papel empleado en su impresión o el tiempo de su edición digital, siempre encontramos algún poemario que nos devuelve la esperanza: El mundo vano de Leonor Antón (Anécdotas de una mujer en obras, ¿Te apetece salir?, La Musa) es una de esas rara avis que acaban llamando la atención en un mundo dominado por autodenominados poetas que se anuncian ufanos en redes sociales o programas de TV.
Pero, para ser sinceros, pecaría de mentiroso si dijera que este libro es un poemario al uso, pues como su autora, es un libro que escapa a las etiquetas, en el que además de poesía podemos leer pequeñas notas, estallidos condensados de reflexiones lúcidas que nos invitan a repensar cual es el papel que la mujer ejerce en nuestra sociedad y por qué sigue siendo necesario la vindicación de sus derechos, pues sus deberes parecen estar muy claros para algunos. El vano mundo es un libro a camino entre el ensayo y la poesía que su autora deja como legado a las mujeres – aunque la idea surge tras el nacimiento de su sobrina, Inés-, un manifiesto en defensa de la voz de aquellas mujeres que llevan siglos sometidas al dominio del patriarcado, de sus ideas, sus valores, su modelo de sociedad y que a través de sus versos y sus notas denuncia con una voz clara la dominación y el sometimiento al que se ven subyugadas por el hecho de haber nacido como mujer, recorriendo a lo largo de una miríada de culturas las distintas formas de control que se ejercen sobre la mujer.
Este libro es un reflejo de la tensión que subyace entre la colisión del mundo ancestral, femenino, orgánico, repleto de saberes y conocimientos fundamentales del mundo, particulares y diferenciados de los cánones masculinos y del sesgo occidental y patriarcal que todo lo tamiza a través de su mirada, del denominado progreso con sello masculino que todo lo contamina y trata de explotar para extraer su beneficio propio, explotando tanto a la naturaleza como a aquello que considera parte de ella, como lo femenino que identifica con el cuidado, la atención, la armonía, lo bello.
El libro de Leonor Antón es valiente y erudito, caracterizado por una profunda investigación histórica y antropológica entre los diferentes modos ancestrales de marginación y control de la mujer que perviven en cada una de las sociedades que conforman el género humano, al tiempo que se alza como un grito en medio de la ola reaccionaria contra los derechos femeninos para mostrar que, lejos de los supuestos privilegios que la mujer disfruta en nuestra sociedad occidental, aún queda mucho por conquistar en pro de la ansiada igualdad masculina y femenina en cualquier sociedad. Pero además, está repleto de belleza, de esa belleza con la cual la lírica viste a las palabras aunque sean palabras de dolor, de denuncia, de rabia ante lo injusto, rasgos con lo que nos quedaremos atrapado en su lectura, al tiempo que acabarán modificando nuestras ideas sobre la mujer y sus derechos, pues algo cambia en nuestro interior tras leer este libro y haber vivido por unos instantes en la piel de cada una de las mujeres que lo habitan.